Las monjas de la SangreHistorias de vida en la modernidad alicantina
- ECHÁNIZ MARTÍNEZ, BERTA
- Inmaculada Fernández Arrillaga Director/a
Universidad de defensa: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante
Fecha de defensa: 28 de julio de 2017
- Ángela Atienza López Presidente/a
- David Bernabé Gil Secretario/a
- Javier Burrieza Sánchez Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
A través del archivo del monasterio alicantino de canónigas de San Agustín, conocidas popularmente como monjas de la Sangre, y el trabajo de catalogación y análisis realizado sobre su fondo moderno, desarrollado ampliamente en el Anexo documental, la presente tesis doctoral permite valorar el alcance de un patrimonio documental –hasta la fecha inédito– y estudiar la historia de esta comunidad, que estará inevitablemente unida al devenir histórico de la ciudad. Ambos propósitos se amplían, gracias al trabajo de búsqueda de documentación relacionada con este cenobio y sus moradoras en un amplio conjunto de archivos. A fin de confeccionar un discurso transformador e integrador, esta investigación apuesta por una renovación metodológica, una “nueva mirada”, desde la práctica microhistórica y la perspectiva de la historia de las mujeres, lo que ha permitido una revisión crítica de las fuentes tradicionalmente empleadas, una relectura del relato a través de la introducción de nuevas categorías conceptuales y la incorporación de nueva documentación que, durante mucho tiempo, había pasado desapercibida para el análisis de la religiosidad de este período. El primero de los capítulos está dedicado a descubrir los orígenes de la orden canonical mediante la propuesta de un “recorrido espiritual” (zona norte y arco mediterráneo) para conocer cómo se gestaron los primeros espacios que acogieron la experiencia colectiva de comunidades de canónigas de San Agustín, a partir de beaterios y grupos de donadas. Algunos de estos centros actuaron como garantes para impulsar otras fundaciones, siendo las propias monjas de aquellos conventos ya consolidados las encargadas de establecer otros nuevos, como así ocurrió en el caso valenciano, origen directo del monasterio de la Sangre de Alicante. Indagar sobre estos orígenes compartidos significó poder contextualizar el nacimiento del cenobio alicantino como elemento continuador, por un lado, de una larga trayectoria fundacional en la zona este peninsular y, por otro, de un tipo de experiencia representada por colectivos de mujeres con una voluntad espiritual común que se materializaría en un tipo concreto de espacio monástico. La aplicación de la práctica microhistórica en el ámbito local, a partir de una serie de interrogantes iniciales, ha sido empleada, en el segundo de los capítulos, para recuperar el relato de la fundación del monasterio de la Sangre, analizar su establecimiento, a través de la revisión de los distintos elementos –materiales y espirituales– que confluyeron en dicho proceso en los albores del Seiscientos, para explicar cuál fue el contexto religioso, social, político y económico en el que surgió el primer monasterio femenino en el núcleo urbano alicantino desde una perspectiva multifocal, con especial atención a las voces de mujeres como parte activa y central del episodio fundacional, resaltando que la experiencia histórica es sexuada, social y plural. Otra de las apuestas metodológicas planteadas ha consistido en aplicar los presupuestos de la historia de las mujeres y feminista al espacio claustral, resultando una práctica muy enriquecedora como herramienta de análisis crítico capaz de matizar tópicos y derribar estereotipos añejos que sobre las monjas se habían ido vertiendo por parte de determinadas posiciones historiográficas. Así, estudiar este lugar de espiritualidad, desde esta perspectiva, ha permitido, en el tercer capítulo, vislumbrar un microcosmos que, en algunos aspectos, era un fiel reflejo de la sociedad del momento con la que compite y comparte motivaciones o conflictos. De ahí que, de esta forma, los muros monacales se intuyen más permeables de lo que, en un principio, pudiera parecer. Porque, al igual que ocurría en el exterior, el convento se descubre como un todo que se perfila mucho más complejo y diverso y que encierra multitud de matices, caracterizado por la pluralidad de intereses y experiencias. Uno de los significados más sugerentes que ha proporcionado la perspectiva de género aplicada al entorno claustral, ha sido poder entender éste como un espacio plural donde confluyen los elementos necesarios para hablar de una “sociedad femenina” e indagar acerca de una conciencia de grupo. Por ello, estudiar la compleja experiencia colectiva de este grupo ha implicado necesariamente analizar y entender los mecanismos de subalternidad, pero también sus estrategias y tácticas de resistencia e insubordinación femenina. En este sentido, el estudio crítico de las visitas “ad Limina” que realizaban periódicamente los obispos ha resultado una herramienta muy útil que ha permitido descubrir algunas realidades que se vivían dentro y fuera de los muros conventuales alicantinos. De esta forma, se ha podido perfilar un contexto religioso y sociocultural para el Seiscientos alicantino, en el que se ha comprobado que las líneas que separaban lo ortodoxo de lo heterodoxo eran flexibles y algo imprecisas y donde los contornos entre el mundo material y espiritual se desdibujaban formando un mundo variable y vibrante, tanto fuera como dentro del claustro. Además, estos informes episcopales, junto a otras fuentes complementarias también evidencian que el colectivo que, durante la Modernidad, compartió espacio en el monasterio de la Sangre, estuvo formado por educandas, novicias y canónigas, estableciendo un conjunto amplio, diverso y plural. Esta diversidad de situaciones confirmaron que los intereses del grupo, a veces, confluirán y otras tantas, tropezarán, pero, sobre todo, han permitido descubrir experiencias históricas únicas, a través de sus resistencias, transgresiones o devociones, en un contexto común y compartido con las gentes de la ciudad en la que vivieron. En este sentido, las fuentes devuelven una imagen de los muros conventuales bastante permeables ante sucesos de diversa índole. Así, a través de la comparación de fenómenos como el enseñoreo o las devociones profanas se ha podido confirmar que sus experiencias estarían condicionadas por aquello que acontecía a su alrededor, que los acontecimientos que marcaron el ritmo histórico de la ciudad, también influyeron en la vida de esta comunidad, en su experiencia colectiva y en sus particulares recuerdos, una influencia recíproca que siempre actuó en dos direcciones. También, a partir del marco epistemológico proyectado para el estudio de esta comunidad, se ha podido argumentar que las moradoras del monasterio de la Sangre, como colectivo femenino y como monjas, lucharon por mantener una determinada autonomía, pero ésta siempre estaría condicionada por su “relación con”, en un espacio limitado y regulado. De ahí la importancia que he dado a la hora de analizar ámbitos tan fundamentales como la familia, la sociedad, la economía o la moral religiosa que condicionaría sus existencias. Entendida la comunidad de canónigas como una auténtica familia, con las implicaciones que ello supone, muchas de ellas ya señaladas, resultaba un ejercicio obligado aplicar el concepto de estrategia al espacio conventual, un análisis que se aborda en el cuarto capítulo. Los distintos episodios protagonizados por las canónigas y analizados en el desarrollo de la Modernidad, comprueban una memoria colectiva y una comunidad que luchaba por sus intereses, siendo capaces de crear un espacio propio y familiar para sí mismas, desarrollando mecanismos de resistencia o estrategias de poder que les permitieran enfrentarse a quienes ponían freno a sus planes. Un desarrollo histórico que, a su vez, ha facilitado la revisión de una parte de la trayectoria de los jesuitas en Alicante, a través de nuevos interrogantes, a fin de desentrañar las condiciones de su establecimiento, así como algunas de las singularidades, hasta la fecha poco o nada tratadas, del proyecto de construcción de su colegio-residencia en la ciudad. Por otro lado, las rivalidades, luchas y fricciones que también se dieron entre las propias religiosas, evidencian la defensa de determinados intereses contrapuestos, en un contexto donde los deseos y ansias de protagonismo espiritual y prestigio, descubren un mundo de anhelos, recelos, inseguridades, vanidades, amores y odios. Las estrategias que usaron las canónigas para gestionar sus recuerdos fueron muchas y variadas a lo largo del tiempo, incluyendo una rica tradición oral que, aunque se adivina porque, entre otras cosas, continúa vigente, es difícil documentar a día de hoy. Sin embargo, sí se han podido distinguir dos espacios que sirvieron para perpetuar esa memoria femenina de la comunidad y su pasado familiar y colectivo: a través de una vinculación a mujeres con fama de santidad y con la consolidación de enérgicos linajes y redes conventuales que, a la manera de las oligarquías locales alicantinas, se fue tejiendo a través de la perpetuación de determinados apellidos, formando auténticos linajes monacales y redes familiares que perduraron durante siglos. Si bien es cierto, entonces, que siempre habrá un nuevo hueco por donde poder asomarse y atisbar nuevos retos a ese otro lado del espejo, cuestionando paradigmas, esbozando preguntas y revisando conceptos, como motor que anime a seguir avanzando por este camino ahora emprendido.