Estrategias discursivas en la comunicación de crisis sanitarias (retórica y teoría de la argumentación)el caso de la gripe A en 2009

  1. Nespereira García, Javier
Dirigida por:
  1. Esperanza Morales López Codirector/a
  2. José David Pujante Sánchez Codirector

Universidad de defensa: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 01 de julio de 2014

Tribunal:
  1. Tomás Albaladejo Presidente/a
  2. Alfonso Martín Jiménez Secretario
  3. Stefano Arduini Vocal
  4. Vicent Salvador Liern Vocal
  5. Stephen G. H. Roberts Vocal
Departamento:
  1. Literatura Española y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada

Tipo: Tesis

Teseo: 366677 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumen

INTRODUCCIÓN Como concluye William McNeill (cf. 1976: 257) en su ensayo Plagues and People, las enfermedades epidémicas han constituido un importante elemento de transformación en los procesos históricos. Las grandes crisis epidémicas han sido al mismo tiempo crisis históricas sociales. Han supuesto alteraciones de la organización social, cambios en la estructura demográfica, y en los patrones de comportamiento, pero al mismo tiempo han dado lugar a cambios significativos en los valores morales, en la identidad cultural y en la conceptualización del otro, como han puesto de manifiesto autores como Michel Foucault (cf. 1999b, 2007, 2009) y Susan Sontag (2008b), entre otros. Con el presente trabajo deseamos contribuir al conocimiento de las crisis sanitarias desde esta perspectiva social y cultural, a través principalmente del estudio de los discursos generados en la que hasta el momento ha sido la última y más grave crisis sanitaria internacional, la pandemia de gripe A/H1N1 que tuvo lugar entre 2009 y 2010. Planteamos este estudio con tres objetivos principales. En primer lugar, poner de manifiesto la complejidad en la construcción de discursos que se generan por y para las situaciones de crisis provocadas por riesgos sanitarios. Pretendemos evidenciar, asimismo, el propio origen discursivo de dichas crisis, las cuales muchas veces tienen su origen en problemas o errores de comunicación, y la utilidad de las herramientas del ámbito de los estudios críticos del discurso para identificar estos problemas y sus consecuencias, proponiendo soluciones a los mismos en futuras situaciones de alarma sanitaria. En segundo lugar, deseamos analizar las estrategias de construcción del discurso de estas crisis con una perspectiva retórica y desde las actuales aportaciones de las teorías argumentativas y de los estudios críticos del discurso, focalizándonos en los discursos institucionales generados en el ámbito sanitario, y en concreto en el de la crisis sanitaria de la gripe A/H1N1 de 2009-2010. Por último, esperamos poder mostrar y confirmar la validez de la clásica disciplina retórica en sus más recientes reformulaciones y en su actual reinserción en las disciplinas analíticas del discurso social, como conjunto de herramientas de sistematización del análisis discursivo que da cuenta de las condiciones de producción y de recepción de los discursos en procesos de comunicación complejos, así como elemento de reflexión teórica sobre la construcción discursiva de los acontecimientos científico-médicos en cuanto representaciones sociales. En este sentido, la crisis sanitaria de la gripe A/H1N1 representa, desde nuestro punto de vista, un caso paradigmático, concluyendo hasta el momento una secuencia de crisis sanitarias alimentarias y epidémicas cuyo carácter mediático ha aumentado exponencialmente. De este modo, la nueva gripe se reveló como una crisis sanitaria eminentemente mediática, en la que el debate público sobre la definición del riesgo pandémico ha abandonado el modelo vertical clásico de transmisión de la información sanitaria desde las autoridades de referencia hacia la población, para adoptar un modelo horizontal y difuso, en el que Internet y las nuevas redes sociales redefinen el papel del conocimiento científico (cf. Semir y Revuelta, 2010). Con estas premisas, en la primera parte del presente trabajo analizaremos las teorías sociales de la salud, la enfermedad y la medicina, así como las teorías sociales del riesgo. En las últimas décadas del siglo XX, las diferentes disciplinas de ambos ámbitos sociológicos han experimentado una significativa convergencia hacia la investigación de la función del discurso en la construcción del riesgo sanitario como concepto social y cultural, así como concepto ideológico. Atenderemos, por tanto, a las aportaciones teóricas de disciplinas como la psicología social y la lingüística cognitiva, y en particular a aquellas investigaciones que se han ocupado de la ciencia, la medicina, la salud y las enfermedades como construcciones sociales. Intentaremos así perfilar un marco teórico interdisciplinar que pueda dar cuenta de la complejidad de fenómenos sociales como las crisis sanitarias en las cuales el conocimiento científico experto y el conocimiento no experto de la sociedad entran en conflicto en los procesos de comunicación. Estos procesos de comunicación se concretan en discursos que dan respuesta a contextos y requerimientos pragmáticos concretos. En la segunda parte de nuestro estudio indagamos en las estrategias discursivas que permiten comunicar e interpretar las crisis sanitarias epidémicas. Como crisis históricas, los discursos sociales persuasivos en el ámbito público resultan determinantes en el establecimiento del significado de los acontecimientos nuevos, o reinterpretados en un nuevo contexto social, como una pandemia. Este hecho es especialmente importante en la actual sociedad global de la comunicación y de la información, expresión actual de lo que Áaron Kibédi Varga (cf. 2000: 14-15) ha denominado acertadamente «civilización mediática» como una civilización de masas. Proponemos así un marco metodológico para el análisis de estos fenómenos sociales basado en la actual teoría retórica como ciencia del discurso social, con las aportaciones más recientes desde la teoría de la argumentación retórica y los estudios críticos del discurso. En la tercera parte de esta tesis aplicaremos este marco teórico y metodológico al análisis de las recientes crisis sanitarias pandémicas. La mayor frecuencia de estas crisis sanitarias en las dos décadas a caballo de los siglos XX y XXI ha coincidido con un mayor interés y preocupación social por el riesgo epidémico, y por la especulación científica sobre la posibilidad de una catástrofe pandémica. Este interés se ha traducido en un auge significativo de la ficción de temática epidémica catastrofista, en particular de los géneros de ciencia-ficción y de terror zombi (cf. Pérez Rufi, 2009: 175). En nuestro análisis intentaremos identificar el papel que desempeñan los actores de una crisis epidémica en este tipo de narrativas, así como los modelos sociales vigentes para la interpretación de la pandemia en cuanto fenómeno social. A continuación, analizaremos los discursos de las autoridades sanitarias a través de los cuales se definió el acontecimiento pandémico, poco antes del brote de gripe A/H1N1 en abril de 2009. Los planes de preparación y respuesta frente a pandemias de la Organización Mundial de la Salud (en adelante OMS), elaborados en 2005 y en 2009, formarán parte de nuestro corpus de análisis, ya que fueron objeto de un intenso debate público en el curso de la crisis de la nueva gripe, a propósito del controvertido cambio en la definición de pandemia y en las fases de la misma. Asimismo, analizaremos la rueda de prensa de la ministra de Sanidad española Trinidad Jiménez con motivo de la detección de los primeros afectados por la nueva gripe en España, como un caso de discurso de una autoridad política que debe exponer, ante la opinión pública, la actuación y las medidas a adoptar ante una inminente alerta pandémica. La gestión de la gripe A/H1N1 por parte de las autoridades sanitarias y políticas fue también el escenario para un supuesto caso de conflicto de intereses entre los asesores científicos de la OMS y las empresas farmacéuticas encargadas de la fabricación de antivirales y vacunas pandémicas. En la segunda parte de nuestro análisis práctico, nos ocuparemos de los discursos en los que se acusaba a la autoridad sanitaria internacional de dicho conflicto de intereses, así como de los discursos de refutación de dichas acusaciones por parte de representantes de la OMS. En primer lugar, analizaremos algunos de los discursos de la audiencia que se celebró en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa el 26 de enero de 2010, en un contexto institucional. En segundo lugar, analizaremos esta misma controversia en un contexto científico, es decir, la investigación de dicho conflicto de intereses por parte del British Medical Journal y el editorial que acompañó a dicha investigación, junto con la respuesta de la directora general de la OMS, publicados el 12 de junio de 2010. En la última parte de nuestro análisis nos ocuparemos de la narrativa de ficción posterior a la crisis de la gripe A/H1N1, con el objetivo de comprobar el efecto de las estrategias retórico-persuasivas y argumentativas de los discursos institucionales, así como del debate público sobre la pandemia, en los modelos sociales para este tipo de fenómenos sociales. Parte de los resultados parciales de estos análisis han sido presentados en tres congresos internacionales de retórica y comunicación en Madrid, en Bolonia (Italia) y en Braga (Portugal), y han sido publicadas en una obra colectiva sobre retórica y política (cf. Nespereira, 2012). La investigación que he llevado a cabo en estos años, cuyo resultado es esta tesis doctoral, se ha enmarcado dentro del Proyecto CEI («Comunicación en la Empresa y en las Instituciones: Mecanismos discursivos de gestión del conocimiento y persuasión social»), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y Fondos Feder, período 01/01/2011 al 31/12/2013 (código FFI2010-18514), y ha sido posible gracias a un contrato de investigación cofinanciado por el Fondo Social Europeo y la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León. 1. LA SALUD, LA ENFERMEDAD Y LA MEDICINA. UNA PERSPECTIVA SOCIOCULTURAL La sociología de la salud, la enfermedad y la medicina, desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo XX, ha evidenciado la naturaleza social y cultural de la enfermedad como experiencia del individuo, del papel del enfermo y de las enfermedades en la sociedad moderna, y de la clase médica como élite social. De este modo, el conocimiento sociológico de la salud, la enfermedad y la medicina ha evolucionado desde el estructuralista concepto de sick role como función social, hasta los estudios más recientes de los procesos de construcción de los conceptos de salud, enfermedad y medicina a través de los productos culturales y del discurso, estudios en buena medida herederos de la teoría social de Michel Foucault. Desde nuestro punto de vista, la investigación de una crisis sanitaria epidémica en tanto que fenómeno social y cultural debe tener en consideración las aportaciones realizadas desde estas diferentes perspectivas teóricas, especialmente si esta investigación se lleva a cabo con un enfoque crítico, como es el caso de esta tesis. Efectivamente, la teorización sobre el fenómeno de la medicalización de la sociedad contemporánea, inaugurada desde la crítica social marxista, ha puesto de manifiesto las importantes repercusiones sociales, culturales y, por lo tanto, políticas de la noción de «estar en riesgo» como categoría médica que sustituye a la noción de «enfermedad» en una situación de crisis pandémica como la de la gripe A/H1N1. En este sentido, la teoría de Foucault sobre la construcción del conocimiento ¿en particular el conocimiento médico moderno¿, y su teoría del poder como una fuerza productiva, ejercida principalmente de forma difusa y no coercitiva, nos permiten interpretar la medicalización de la vida social y política en la actualidad como un fenómeno que va más allá de la dialéctica de la lucha de clases. Asimismo, la teoría dramática para la interacción social de Erwin Goffman ha llamado la atención sobre la estrecha relación entre la dimensión micro y la dimensión macro de los fenómenos sociales. Por lo tanto, el estudio de cómo se establece la definición de una situación comunicativa y el papel de sus participantes, por ejemplo en la relación médico-paciente o en las declaraciones públicas de un experto científico, nos acerca al conocimiento de los conceptos de salud, de enfermedad, de sanidad y de medicina como categorías de consenso social creadas a través del discurso. En el caso de una crisis pandémica, el carácter predictivo y especulativo de la epidemiología, y del concepto de riesgo sanitario, comporta que la perspectiva constructivista sea la más idónea para su estudio en tanto que práctica sociocultural (cf. Lupton, 1997). En dos próximos capítulos abordaremos, por tanto, las teorías sociales del riesgo y los procesos de cognición social que intervienen en la construcción de una pandemia como fenómeno social y cultural. 2. EL RIESGO SANITARIO EN LA «SOCIEDAD DEL RIESGO». DE PROBABILIDAD ESTADÍSTICA A CONSTRUCCIÓN DISCURSIVA A partir de la segunda mitad del siglo XX, las teorías sociales han dado cuenta de la complejidad del riesgo como uno de los conceptos más importantes en la sociedad moderna. La psicología cognitiva llamó la atención sobre la divergencia entre la evaluación científica del riesgo como probabilidad de que tenga lugar un determinado acontecimiento no deseado ¿paradigma predominante hasta ese momento en la investigación y en la gestión del riesgo¿ y la percepción de dicho acontecimiento por parte de los individuos, en función de sus propias experiencias. Se desarrolló así un paradigma psicométrico para la percepción del riesgo con el objetivo de completar la valoración de las variables cuantitativas y cualitativas para una mejor gestión del riesgo en la sociedad contemporánea. Al mismo tiempo, la sociología se ha ocupado del riesgo desde una perspectiva crítica como el fenómeno más importante de la modernidad tardía en las sociedades industrializadas. Los teóricos de la «sociedad del riesgo» han criticado el incremento exponencial de los riesgos derivados del desarrollo de la ciencia y la tecnología, así como la desprotección y la fragilidad de la sociedad frente al incremento de estas potenciales amenazas, y frente a la imposición del conocimiento científico como argumento legitimador de intereses económicos privados, industriales o tecnológicos. En esta «sociedad del riesgo» la medicina y la clase médica han asumido un papel político cada vez más relevante, gracias a su capacidad de influir en el comportamiento y en los valores morales de los individuos en una sociedad cada vez más medicalizada. Sin embargo, tanto la psicología cognitiva como la sociología crítica del riesgo planteada por Ulrich Beck parten de una concepción realista de riesgo, entendido como la probabilidad de una amenaza, un fenómeno que es necesario investigar en su complejidad cognitiva para entender las actuaciones de los individuos frente al mismo, y en su complejidad social como elemento central de las desigualdades en la sociedad moderna. Frente a esta noción racionalista y realista, la antropóloga Mary Douglas propuso un paradigma cultural/simbólico que evidenciaba que el riesgo es una construcción social que, en la sociedad moderna individualista e industrializada, desempeña un papel simbólico análogo al del pecado y la culpa en otras sociedades. Este importante enfoque constructivista sobre el fenómeno del riesgo ha sido ampliado, y aplicado empíricamente, por la etnografía y por la teoría social heredera de las ideas de Michel Foucault. Se ha intentado así contrastar tanto el reduccionismo racionalista de las perspectivas realistas, como las limitaciones de una perspectiva constructivista excesivamente teórica y especulativa. En este sentido, la «actor network theory», surgida a partir de la investigación etnometodológica sobre la producción y construcción del conocimiento científico de Bruno Latour y sus colaboradores, ha estudiado el riesgo como objeto virtual y como representación que interviene en el sistema social como un actor más de la red de relaciones que constituyen la sociedad. Aunque el antropomorfismo implícito en el concepto de actor ha despertado cierto escepticismo, su noción del riesgo como objeto virtual constituye una importante aportación al conocimiento del papel del riesgo en los procesos de cambio social. Desde el marco de la gouvernementalité foucaultiana, en cambio, se ha llamado la atención sobre la función ideológica de la descripción y la construcción del riesgo por parte de los expertos científicos, estudiando, bajo un punto de vista histórico, cómo se construyen los conceptos de peligro y de riesgo como categorías políticas y morales gracias al discurso científico. Recientemente, los estudios del discurso han abordado el riesgo desde una perspectiva sincrónica, que incluye no sólo la producción del discurso del riesgo, sino también su recepción, su circulación y su transformación en la sociedad de la comunicación. Desde una perspectiva interdisciplinar, se ha propuesto así integrar el enfoque sociocultural y la psicología cognitiva en el marco de la psicología social, gracias al concepto de representaciones sociales. Asimismo, autores como Scott Lash han propuesto ampliar el concepto de «sociedad del riesgo» por el de «cultura del riesgo», en la cual los riesgos, en tanto que objetos virtuales, existen de forma mediatizada como expresiones culturales. De este modo, los estudios del discurso del riesgo y su carácter mediado y mediatizado, resultan imprescindibles para entender el papel de las instituciones en la sociedad actual. Se revelan asimismo de gran utilidad para evidenciar el carácter reflexivo del riesgo como construcción social que participa a su vez en la construcción y transformación de otras construcciones sociales, como la identidad. La atención al concepto del discurso ha permitido un mejor conocimiento sobre la complejidad del fenómeno del riesgo, poniendo de manifiesto las limitaciones de marcos teórico-metodológicos como el de la amplificación social del riesgo, en particular frente a riesgos en los que los elementos de incertidumbre y ambigüedad son predominantes. Se asume así la importancia de los procesos discursivos y de comunicación en la gestión del riesgo, y la necesidad de mecanismos de deliberación, participación política y toma de decisiones planteados desde una perspectiva discursiva. Como han puesto de manifiesto las recientes crisis desencadenadas por riesgos sanitarios, éstas son al mismo tiempo crisis sociales, crisis políticas y crisis mediáticas. El estudio del riesgo como discurso necesita, por tanto, de la participación de disciplinas sociolingüísticas, de la teoría retórica y de las teorías de la comunicación, junto con las teorías cognitivas y sociales, para dar cuenta de su complejidad. 3. COGNICIÓN SOCIAL DEL RIESGO Y LAS CRISIS SANITARIAS. PSICOLOGÍA SOCIAL Y PSICOLOGÍA DISCURSIVA Desde la psicología social se ha propuesto el marco teórico de las representaciones sociales para la investigación del riesgo sanitario y las crisis epidémicas. Pese a las dificultades en la caracterización del propio concepto de representación social, éste permite indagar en la naturaleza dinámica de los procesos sociales y culturales de construcción, transmisión y transformación de las nociones de salud, enfermedad y medicina, prestando atención a su carácter eminentemente discursivo, así como icónico y simbólico. Por otro lado, el interés de la teoría de las representaciones sociales por la construcción del conocimiento científico experto y su reelaboración por parte del resto de la sociedad ha puesto en evidencia que la salud y la enfermedad son categorías intrínsecamente ideológicas, reflejando la sociedad en la que viven los individuos, al tiempo que influyen de forma decisiva en la construcción de la identidad, de los valores morales, así como de otros elementos de consenso social y cultural. El desarrollo de los procedimientos de encuadre o framing, y el concepto de marco o frame, en el ámbito de las ciencias cognitivas, ha permito ampliar y profundizar en el estudio de la actividad de representar socialmente. El marco cognitivo constituye un principio organizador de una estructura interpretativa, proporcionando, en mayor o menor medida en función de la situación comunicativa, la definición de un problema, su interpretación causal, una evaluación moral y una orientación a la acción. Como principio organizador cognitivo, el marco debe, por tanto, ser compartido socialmente, actuando simbólicamente en la estructura significativa del mundo social. En la investigación de los marcos cognitivos y los procedimientos de encuadre, el estudio del discurso por parte de la lingüística cognitiva y la sociolingüística ha desempeñado un papel decisivo. Asimismo, las ciencias de la comunicación mediática han adoptado con entusiasmo el concepto de framing en la investigación sobre los efectos del discurso mediático en la sociedad. El éxito de estas investigaciones ha conferido una especial relevancia al estudio del frame y el framing en los medios de comunicación, también en la investigación sobre el riesgo sanitario y epidémico, relegando a un segundo plano el estudio del discurso científico y de los discursos culturales. La conceptualización metafórica y la organización narrativa constituyen posiblemente los procedimientos de encuadre más importantes. Por un lado, el concepto de metáfora conceptual debe entenderse, en nuestra opinión, simultáneamente como experiencia corporeizada y como experiencia cultural, conformándose la conceptualización metafórica como un proceso dinámico y dependiente del contexto de comunicación. De este modo, las metáforas no establecen paradigmas de interpretación discretos que se alternan en un proceso histórico, sino que perviven a lo largo del tiempo influyéndose mutuamente, y activándose en mayor o menor grado en cada caso en función de las necesidades comunicativas. Por otro lado, esas mismas conclusiones pueden aplicarse a las narrativas como nivel organizador de la estructura de significado, en la cual el eje temporal ocupa un papel central. En este sentido, el principio organizador de las narrativas es doble, con un componente temático de carácter cultural simbólico, y con un componente estructural de disposición de los hechos de la historia para configurar el relato. Ambas vertientes se relacionan estrechamente haciendo de las narrativas el nexo de unión entre la realidad y la ficción. PARTE SEGUNDA: MARCO METODOLÓGICO 1. LA RETÓRICA COMO HERRAMIENTA DE ANÁLISIS DEL DISCURSO En la segunda mitad del siglo XX ha tenido lugar una progresiva recuperación de la teoría retórica clásica, favorecida por el moderno desarrollo de la filosofía del lenguaje así como de perspectivas constructivistas sobre la filosofía del conocimiento, en buena medida deudoras del pensamiento de Nietzsche y su giro retórico (cf. Pujante, 2003a: 323 y ss.). Paralelamente, se ha reivindicado el papel de la comunicación y la argumentación retórica en la construcción de los discursos cívicos, del discurso político, poniéndose de manifiesto su importancia en todos los niveles de deliberación pública, análisis y formulación de políticas. A este respecto, las políticas sanitarias y de gestión de los riesgos derivados de las actividades industriales, tecnológicas o científicas han recibido una atención especial, tanto por sus repercusiones económicas y políticas, como por sus implicaciones sociales y culturales. Esta moderna recuperación de la retórica ha superado el reduccionismo histórico de esta disciplina, restringida a una teoría de los tropos y las figuras, restaurando su función epistemológica, su papel como herramienta teórica para el estudio del discurso como medio de construcción del conocimiento y de interpretación de los nuevos acontecimientos sociales y las prácticas humanas. Contemporáneamente, esta nueva retórica ha encontrado un fructífero campo de aplicación en el ámbito de los recientes estudios críticos del discurso. Este marco interdisciplinar teórico, metodológico y aplicado ha evidenciado su compromiso con el estudio de la reproducción discursiva del abuso de poder en el actual contexto cultural, sociopolítico y comunicativo. Desde diferentes disciplinas entre las que se incluye la retórica, los estudios críticos del discurso se han focalizado en la importancia de la ideología en la construcción del poder, mediante mecanismos discursivos dirigidos a naturalizar ciertos modelos de sociedad en beneficio de un grupo social y en detrimento de otro. No obstante, el objetivo de estos investigadores no ha sido únicamente teórico, y sus proyectos están dirigidos a la resolución de problemas de desigualdad social y a la denuncia de las situaciones de abuso de poder por parte de las diferentes élites sociales. En este sentido, el conflicto entre el conocimiento científico tecnológico y el conocimiento no experto de la sociedad ha sido un importante objeto de estudio para algunos de estos autores. Algunas de estas investigaciones se han centrado en la producción discursiva del conocimiento científico dentro de la comunidad científica, siguiendo los trabajos sobre la construcción y la dependencia del contexto del discurso científico de Bruno Latour (Latour y Woolgar, 1979; Latour, 2001), de Karin Knorr-Cetina (1981; 1999), o de Pierre Bordieu (2003), entre otros filósofos del conocimiento y de la ciencia. Otros autores, en cambio, han prestado más atención a la naturalización del discurso político como ideología fuera del ámbito científico, llamando la atención sobre los procesos de cientifización de la política (cf. Habermas, 1999b) y de medicalización de la sociedad contemporánea (Foucault). Desde esta perspectiva abordaremos en esta tesis el análisis de los discursos construidos en la crisis pandémica de la gripe A/H1N1. 2. CARACTERIZACIÓN RETÓRICA DE LOS DISCURSOS PANDÉMICOS. LAS OPERACIONES RETÓRICAS: ESTRATEGIAS DE CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO SOCIAL PERSUASIVO La utilización de la teoría retórica como herramienta para el análisis del discurso comporta una perspectiva pragmática sobre la comunicación, con especial atención por el estudio del contexto, así como de las interrelaciones entre el texto y el contexto. El contexto ¿formado por el auditorio, el propio emisor del discurso como persona retórica y la situación espacial y temporal en la que tiene lugar la comunicación¿ condiciona de manera decisiva la actuación de las operaciones retóricas que dan origen al texto discursivo: inventio, dispositio y elocutio. El conocimiento compartido por el auditorio y el orador/emisor con respecto al asunto del discurso, y el grado de problematicidad de la misma, determina la acción de la inventio en tanto que operación de hallazgo de las ideas útiles a la causa entre los hechos conocidos, pero también a la creación de los aspectos desconocidos de la misma que permitan construir, finalmente, una estructura significativa y coherente del discurso. Asimismo, la actitud del auditorio frente al discurso establece el género retórico al que éste pertenece. La comunicación en la sociedad actual, con una cada vez más marcada multiplicidad interpretativa del auditorio como elemento del contexto, comporta una mayor complejidad en la categorización genérica del discurso, que debe ser tenida en cuenta en el análisis del discurso público. No obstante, esta estrecha vinculación entre el texto y el contexto en el discurso como acto de comunicación obliga a su vez a entender las operaciones retóricas como operaciones llevadas a cabo de manera simultánea en la realización del discurso. En este proceso constructivo, la dispositio desempeña un papel organizador decisivo, tanto de las ideas útiles a la construcción causa, como de las palabras necesarias en su expresión. Al mismo tiempo, la perspectiva retórica sobre el discurso y la comunicación implica considerar esta construcción de una estructura interpretativa en función de la finalidad persuasiva que ha dado origen al discurso. De este modo, la dispositio presenta una doble naturaleza. Por una parte, la disposición interpretativa de los materiales útiles a la causa, hallados y creados por la inventio. Por otra parte, la disposición estratégico-persuasiva que permite transmitir al auditorio esta estructura interpretativa como la interpretación más adecuada para esa causa problemática, en ese concreto contexto de comunicación. Desde esta perspectiva debemos analizar las diferentes partes orationis en las que puede dividirse la estructura del discurso retórico. Como responsable de la exposición de los hechos que constituyen la causa, la narratio responde asimismo a esta doble naturaleza interpretativa y estratégico-persuasiva. De este modo, podemos analizar la narrativa en su componente textual/estructural, como reflejo de modelos socioculturales y de interpretaciones de la experiencia. Pero al mismo tiempo, debemos considerar sus propiedades contextuales, como mecanismo para naturalizar determinados modelos de acontecimiento en determinadas situaciones de comunicación, modelos de acontecimiento que refuerzan patrones ideológicos. En este sentido, las crisis epidémicas son acontecimientos sociales de gran relevancia histórica y cultural, en cuya conceptualización, dada la naturaleza temporal del riesgo epidémico y de las propias epidemias como fenómenos históricos, participa un importante componente narrativo. Esta organización interpretativa y significativa de los hechos en la narratio, constituye un primer paso para la argumentación retórica. Tanto los lugares argumentativos, los lugares de consenso entre el orador y su auditorio respecto a una determinada construcción interpretativa de la causa, como los esquemas argumentales que organizan los elementos del discurso, deben ser analizados en función de su finalidad retórica persuasiva, y no en función a su adecuación a un modelo ideal racional para una argumentación. Los esquemas argumentales más importantes en los discursos del riesgo epidémico, como la argumentación por las consecuencias, el principio de precaución o el argumento de autoridad resultan decisivos para entender el proceso de comunicación de la información científica y sanitaria sobre un riesgo epidémico a la población no experta, por lo que es necesario evitar en el análisis su reducción a errores argumentativos o falacias desde una perspectiva lógico racionalista, y dar cuenta de su complejidad en la «sociedad del riesgo global» y de la comunicación. La argumentación por analogía ocupa un lugar de especial relevancia en un enfoque constructivista del discurso retórico, y requiere considerar el lenguaje desde el punto de vista de su naturaleza constructiva e interpretativa, así como de su naturaleza persuasiva. Un enfoque interactivo y sociocultural, no sólo de la teoría de la metáfora sino de todo el razonamiento por analogía, es necesario en el análisis de la utilización de modelos analógicos, tanto en la producción del conocimiento epidemiológico como en la comunicación de dichos fenómenos epidemiológicos a la sociedad, especialmente en el caso de crisis sanitarias. En el contexto de la comunicación actual, en el complejo sistema de relaciones sociales y culturales en el que tiene lugar la producción y la recepción de los diferentes discursos, el estudio crítico del discurso desde una perspectiva retórica debe dar cuenta de las implicaciones de esta complejidad, evitando el determinismo lingüístico cognitivo en el análisis de los tropos y figuras que intervienen en la construcción de la causa. El carácter interdiscursivo de la composición, los estilos y la caracterización genérica del discurso deber ser asimismo objeto de este análisis retórico, considerando la multiplicidad interpretativa en la sociedad actual como destinatario, y a la vez como elemento de transformación y amplificación del discurso. La importancia de la ciencia y la tecnología, así como del conocimiento especializado, en todos los niveles de la sociedad actual hace que la figura del experto científico como productor y emisor de discurso deba ser también objeto del análisis retórico. La construcción de la persona retórica a través del discurso como garante de una credibilidad y una confianza, pero también como miembro de una élite intelectual, es un elemento imprescindible para entender tanto la eficacia retórica y argumentativa del discurso retórico, como los errores de comunicación que le impiden alcanzar la finalidad para la que fue creado. Al mismo tiempo, este análisis debe permitir identificar y criticar estas estrategias retóricas como elementos que sostienen una determinada ideología, y en la medida en que puedan favorecer la reproducción discursiva del abuso de poder y la desigualdad social. PARTE TERCERA: ANÁLISIS DE LOS DISCURSOS DE LAS CRISIS SANITARIAS EPIDÉMICAS. EL CASO DE LA GRIPE A/H1N1 EN 2009 Y 2010 1. LOS DISCURSOS DE LA PANDEMIA DE GRIPE A/H1N1. CRITERIOS DE SELECCIÓN Y ANÁLISIS a. El estudio de una crisis sanitaria como acontecimiento social y cultural. Propuesta de cuatro categorías para su análisis discursivo La crisis provocada por la gripe A/H1N1 no sólo fue la primera pandemia del siglo XXI. También fue la primera crisis sanitaria global ¿retransmitida por ciudadanos y grupos de presión, a través de las redes sociales¿ (Semir y Revuelta, 2010: 88). Es decir, posiblemente la primera crisis sanitaria en la cual el discurso científico-sanitario, el discurso político institucional y los discursos cívicos sociales contribuyeron de manera simultánea a la construcción del acontecimiento pandémico, a su definición y conceptualización. Al mismo tiempo, esta crisis sanitaria tuvo lugar en un contexto internacional de grave crisis económica en el que se ha agravado el proceso de pérdida de confianza en las instituciones públicas, tanto a niveles nacionales como a nivel internacional. La comunidad médico científica en general y las autoridades sanitarias internacionales, como la OMS y los CDC, en particular, han sufrido también una grave crisis de confianza como consecuencia de esta crisis pandémica, crisis de confianza en la que la gestión de la comunicación ha jugado un papel determinante (ibídem). Por este motivo, hemos focalizado nuestro análisis en la construcción de las instituciones sanitarias y las instituciones políticas como dos de las categorías que conforman las crisis epidémicas como fenómenos sociales y culturales. La eficacia retórica de los discursos que participan en la comunicación y en la gestión de una crisis sanitaria depende, en buena medida, de la credibilidad y confianza en dichas instituciones, en su función de autoridades sanitarias o políticas (cf. Millstone y Van Zwanenberg, 2000: 1307), una autoridad que, como hemos visto, se construye discursivamente . En este sentido, las autoridades sanitarias y políticas son tanto objetos del discurso, como importantes sujetos emisores de discurso, con un papel activo y decisivo en la definición y construcción de la crisis como acontecimiento social (cf. Van Dijk, 2009: 64-65). En un contexto de crisis sanitaria global, como las que han tenido lugar desde finales del siglo XX, mientras que las autoridades sanitarias pertenecen principalmente a un ámbito internacional ¿representado entre otros organismos por la OMS, la Oficina Internacional de Epizootias (en adelante OIE), el CDC de Atlanta en EE. UU., el European CDC (en adelante ECDC), o las agencias de control del medicamento¿ la gestión política de las crisis tiene lugar especialmente en un ámbito nacional. La sociedad y sus ciudadanos constituyen la tercera categoría imprescindible, desde nuestro punto de vista, para entender la construcción de la crisis sanitaria como crisis, al mismo tiempo, social y cultural. Como hemos señalado en la primera parte de esta tesis, la sociedad adopta un diferente protagonismo desde cada una de las distintas perspectivas en los discursos de la enfermedad y la salud pública, así como en los discursos del riesgo. La sociedad es el destinatario tanto de las acciones de las autoridades que gestionan la crisis como de sus discursos, en los cuales es posible analizar su construcción como actores en la crisis y como auditorio. Al mismo tiempo, los discursos sociales construyen las representaciones sociales del acontecimiento pandémico, construyendo las representaciones de sus actores y las relaciones entre ellos, es decir las autoridades sanitarias y políticas, y la propia sociedad y sus ciudadanos. Considerando la importancia de la narrativa en la construcción de la enfermedad y la salud como fenómenos sociales , así como la relevancia del análisis de los discursos culturales de masa para la investigación sobre las representaciones sociales (cf. por ejemplo, Wagner y Hayes, 2011: 302), hemos incluido en nuestro análisis la narrativa de ficción de temática epidémica como discurso de la sociedad. Por último, pero no menos importante, la construcción de la propia epidemia o pandemia y su agente causal constituye el elemento central tanto del discurso sanitario como del discurso institucional político y del discurso cultural de las crisis pandémicas. De este modo, nuestra cuarta categoría de análisis será la conceptualización de la pandemia como riesgo para la salud pública y para el orden social, y la conceptualización del patógeno, prevalentemente de naturaleza vírica, como origen primario de la amenaza sanitaria. En resumen, focalizaremos nuestro análisis en las cuatro categorías siguientes: i. La epidemia. Origen, interpretación causal y significado ii. El papel de la ciencia. La comunidad científica y las autoridades sanitarias internacionales iii. Las autoridades políticas y otras instituciones sociales nacionales iv. La sociedad y sus ciudadanos b. Los géneros del discurso «pandémico». Una perspectiva temporal sobre la construcción discursiva de la crisis pandémica Como hemos puesto de manifiesto en la primera parte de este trabajo , la variable temporal desempeña una función central en la definición del riesgo y en su construcción como fenómeno social. Los discursos sobre un riesgo epidémico se ocupan de hechos que pueden suceder en el futuro, y frente a los cuales puede ser necesario adoptar determinadas medidas preventivas de carácter epidemiológico que afectan a la sociedad como objeto y como sujeto de la epidemia como enfermedad humana. La utilidad o necesidad de estas medidas es objeto del debate cívico y, por lo tanto, causa de discursos retórico persuasivos de carácter deliberativo o suasorio por parte de las autoridades sanitarias y políticas. Por otro lado, durante la propia crisis o una vez ésta haya pasado, las actuaciones de los diferentes actores que participan en la crisis epidémica pueden constituir a su vez objeto de debate público, en particular cuando estas actuaciones han sido problemáticas en su finalidad o en sus resultados, o si han dado lugar a gastos considerados innecesarios, o bien a otros riesgos. La especial naturaleza dilemática de la noción del riesgo comporta que este tipo de discursos judiciales o forenses formen parte intrínseca de la construcción del riesgo como fenómeno social y cultual (cf. Douglas, 1990). Es necesario, asimismo, considerar que en la elaboración y en la interpretación de estos discursos cívicos, como hechos comunicativos, subyace un conocimiento compartido por el emisor/orador y su receptor/auditorio, un modelo o modelos para el acontecimiento epidémico construidos sobre la base de experiencias individuales y sociales de pasadas epidemias, así como de los discursos generados en anteriores epidemias, y juicios sobre actuaciones o decisiones pasadas. Considerando la importancia de los discursos de ficción en la construcción de la salud y la enfermedad (cf. MacKinnon, 1992: 168-186; Fox, 1993: 152-157; Foertsch, 2001; Nerlich, Clarke y Dingwall, 2001; Ostherr, 2005; Nerlich, 2009) , creemos que el análisis de la narrativa de temática epidémica constituye una herramienta imprescindible para conocer los modelos sociales y culturales vigentes para dicho acontecimiento. La crisis de la gripe A/H1N1 ha sido, hasta el momento, la última de una secuencia de crisis epidémicas que han dado lugar a un debate en salud pública sobre la posibilidad de que finalmente se verificara una pandemia, es decir, una epidemia de distribución mundial que pueda alcanzar una magnitud más o menos catastrófica. En previsión de este acontecimiento, tanto expertos epidemiólogos y sanitarios, como las autoridades sanitarias internacionales han elaborado diferentes propuestas de actuación para la preparación y respuesta frente a una pandemia, con la finalidad de inducir cambios en las políticas nacionales e internacionales en salud pública en materia de enfermedades infecciosas, así como un cambio de comportamiento en la sociedad para reducir la posible propagación entre los ciudadanos. Algunos de estos discursos, como los planes de preparación y respuesta pandémica elaborados por la OMS con anterioridad a la crisis de la gripe A/H1N1 han sido objeto de controversia durante la crisis. También ha sido objeto de controversia la gestión de la crisis por parte de las autoridades sanitarias internacionales, no sólo por lo que respecta a la definición de pandemia, sino también por un supuesto conflicto de intereses de los expertos científicos asesores de la OMS. Las decisiones de estos científicos, previas a la crisis y durante la crisis, habrían favorecido los intereses económicos privados de las empresas farmacéuticas con las cuales colaboraban estos expertos gracias a la venta de antivirales y a los contratos para la fabricación de vacunas pandémicas. Este debate público sobre los elementos problemáticos de la crisis pandémica, amplificado por los medios de comunicación, ha contribuido a su vez, junto con la experiencia individual y social de este nuevo acontecimiento, a transformar los modelos para una crisis de esta naturaleza vigentes en la sociedad occidental. Algunos elementos significativos de la pandemia de gripe A/H1N1 habrían pasado así a formar parte de los modelos que organizan el conocimiento sobre este tipo de fenómenos sanitarios. De este modo, estructuraremos nuestro análisis siguiendo un orden cronológico que ponga de manifiesto el proceso de transformación de las representaciones de la crisis sanitaria epidémica como acontecimiento social y cultural a través de la transformación de las cuatro categorías de análisis establecidas en el apartado anterior. En los siguientes capítulos, por lo tanto, analizaremos los siguientes tipos de discursos: i. Discursos de ficción anteriores a la crisis de la gripe A/H1N1 de 2009-2010 Focalizaremos nuestro análisis en aquellas obras de ficción en las cuales la epidemia o pandemia y, en particular, su gestión como fenómeno social constituyen el tema central. Prestaremos especial atención al auge que ha experimentado la narrativa pandémica apocalíptica/ post-apocalíptica y de terror en la primera década del siglo XXI, coincidiendo con la aparición de diferentes epidemias globales. ii. Discursos de género deliberativo ante la incertidumbre de un riesgo pandémico Analizaremos los planes de preparación y respuesta pandémica elaborados por la OMS, autoridad sanitaria internacional de referencia, comparando el documento de 2005 con el de 2009, cuyas diferencias fueron objeto de debate público desde el inicio del inicio de la crisis en abril de 2009. Asimismo, analizaremos la rueda de prensa de urgencia ofrecida por la ministra de Sanidad española, Trinidad Jiménez, tras la detección de los primeros afectados de la nueva gripe en España, un discurso informativo, pero en el que se planteaban las pautas de actuación frente a la posible pandemia desde la perspectiva de las autoridades políticas nacionales. iii. Discursos de género judicial en una crisis sanitaria convertida en crisis de confianza En este capítulo analizaremos la intervención del doctor Wofgang Wodarg en una audiencia de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, convocada para aclarar un supuesto conflicto de intereses en la elaboración de los planes de preparación y respuesta de la OMS, cuya aplicación a las políticas sanitarias europeas y nacionales habrían podido comportar un gasto sanitario innecesario, así como la adopción de ulteriores riesgos sanitarios por la administración de vacunas pandémicas insuficientemente probadas. Junto al discurso de Wodarg, analizaremos la defensa del doctor Keiji Fukuda como representante de la OMS en dicha audiencia. Para completar este capítulo analizaremos la polémica suscitada por el British Medical Journal con la publicación un artículo de investigación sobre el citado conflicto de intereses, el editorial de la redacción de la revista que lo acompañaba, así como la respuesta a estas acusaciones de la directora general de la OMS, la doctora Margaret Chan, publicadas en la misma revista científica. iv. Discursos de ficción tras la crisis de la gripe A/H1N1 de 2009-2010 Por último, analizaremos la ficción narrativa pandémica producida tras la crisis de la gripe A/H1N1, focalizándonos en dos películas con un importante éxito comercial en las cuales los científicos miembros de las autoridades sanitarias internacionales como la OMS o los CDC desempeñan un papel protagonista. Pretendemos identificar las transformaciones que puedan haber surgido en los modelos sociales y culturales de crisis pandémica tras la experiencia mundial y mediática de la gripe A/H1N1. A continuación expondremos el análisis detallado de las cuatro categorías de análisis en cada uno de los cuatro tipos de discurso. Al final de cada uno de los capítulos resumimos los resultados más significativos en un apartado de conclusiones. 2. LOS DISCURSOS DE LA PANDEMIA. DISCURSOS DE FICCIÓN ANTERIORES A LA CRISIS DE LA GRIPE A DE 2009-2010 La ficción narrativa de temática epidémica ha cobrado progresivamente mayor relevancia, especialmente a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. El desarrollo de los géneros narrativos de ciencia-ficción y de terror gracias a la literatura de masas, el cine, el cómic y los videojuegos ha sido decisivo para la construcción del tema epidémico como sujeto y escenario narrativo. En este sentido, durante la primera década del siglo XXI ha aumentado significativamente el interés por esta temática en todo tipo de ficción narrativa, asociada principalmente a la ciencia-ficción apocalíptica o post-apocalíptica, y a la revitalización del género de terror zombi. La popularidad de este tipo de narrativas ha coincidido de manera significativa con una serie de crisis sanitarias globales, en las cuales el elemento pandémico ha cobrado una mayor relevancia. La explicación científica de los orígenes de la epidemia convive, desde el siglo XVIII, con una interpretación moral de las causas de la misma, que adquiere un significado punitivo contra el comportamiento de la sociedad. En la narrativa apocalíptica o post-apocalíptica la causa del castigo aparece vinculada al desarrollo científico y tecnológico, tanto por los riesgos que dicho desarrollo comporta, como por constituir una suerte de desafío de naturaleza prometéica a un orden moral metafísico. En la narrativa apocalíptica más reciente aparece también la figura antagonista de quien se erige en administrador de esta justicia apocalíptica mediante la propagación de una epidemia y la instauración de un nuevo orden social. El papel del científico y de las autoridades sanitarias ha sufrido una importante evolución. El racionalismo científico ha pasado de ser un elemento heroico de referencia para la resolución de la crisis epidémica a constituirse como elemento antagonista, en la narrativa apocalíptica y zombi. En los relatos de la primera mitad del siglo XX la figura del científico y el propio conocimiento científico se presentan aún como héroes o atributos heroicos, respectivamente, con vocación de servicio público y de sacrificio por la sociedad. Las autoridades científicas, en cambio, aparecen vinculadas a intereses políticos así como a intereses ideológicos propios e intrigas de poder, y por lo tanto como instituciones corruptas. En la narrativa apocalíptica y zombi, el científico, como clase profesional, aparece estrechamente vinculado a las autoridades sanitarias corruptas como causa de la epidemia, bien por intereses económicos o políticos, bien por ambición de conocimiento como forma de poder. No obstante, dada la importancia de la información científica en este tipo de relatos, el héroe posee frecuentemente este tipo de conocimientos, a menudo como disidente científico de la clase social corrupta representada por los otros científicos. Las autoridades sanitarias, tanto en la narrativa pandémica apocalíptica como en la pandémica zombi, están encarnadas frecuentemente por instituciones de referencia en la sociedad occidental, como el CDC o la OMS. La evolución hacia la temática apocalíptica, caracterizada por la crisis del orden social, ha determinado una crisis en el papel de las autoridades políticas y las instituciones civiles. Las autoridades se reducen al ejercicio del control social a través de las fuerzas armadas, con medidas a menudo arbitrarias y excesivas que responden más a demostraciones de poder que a las necesidades del control epidemiológico o gestión de la crisis social. Por otro lado, aunque las autoridades religiosas han perdido su importancia en la narrativa epidémica, la misma amonestación moral hacia la sociedad como causa de la catástrofe es llevada a cabo por algún miembro destacado de la sociedad civil o representante de alguna institución o grupo social. Los medios de comunicación desempeñan un papel vinculado a las autoridades sanitarias o políticas, como instrumento de control social de forma directa o indirecta, incapaz de comunicar la realidad de la epidemia, lo que agrava sus consecuencias. En ocasiones adoptan un significado metafórico, como vehículos de propagación de una epidemia de pánico. El papel de la sociedad y sus ciudadanos también ha visto importantes cambios, conservando al mismo tiempo algunos elementos que pretenden identificar su comportamiento en una situación de crisis epidémica. Las acciones de violencia y vandalismo por parte de grupos de ciudadanos son una constante desde la narrativa pandémica histórica a la narrativa zombi, como normal reacción de la sociedad ante la crisis de las autoridades políticas o ante la perspectiva de un nuevo orden social. Algunos individuos de la sociedad encarnan asimismo el conocimiento irracional y supersticioso frente a la epidemia y su naturaleza «científica», llevando a cabo acciones que se demuestran erróneas, subrayando así el papel central del conocimiento científico pese a la crisis de confianza en la ciencia como institución social de referencia. Tras la Segunda Guerra Mundial, como hemos visto en el planteamiento humanista de La peste de Camus, la sociedad se presenta también como solución a la crisis ante la ineficacia de unas instituciones políticas y sanitarias corruptas. Especialmente en la narrativa pandémica apocalíptica y pandémica zombi, lo héroes son miembros anónimos de esta sociedad, e incluso cuando son científicos o militares científicos, su papel de héroes está ligado a sus cualidades humanas, más que a su pertenencia a una clase social profesional. Como toda la narrativa apocalíptica, también la narrativa pandémica, con o sin el elemento zombi, expresa un marcado desencanto con respecto a las cualidades morales de la sociedad y a las prácticas sociales. En este sentido, la figura del zombi personifica el peligro del contagio de la epidemia a través de su voracidad, símbolo del pecado y del mal. Pero al mismo tiempo también personifican el peligro que entrañan aquellos lugares que en la sociedad actual constituyen un símbolo del desarrollo industrial, tecnológico y científico, y de la cultura del ocio y del consumo, como la ciudad, la carretera o los centros comerciales, en los cuales la supervivencia se reduce irónicamente a un desesperado acto de consumo, privado de todo significado. El zombi constituye así la moderna representación del otro como infectado, como portador del caos en el orden social establecido, bajo la forma de un individuo completamente enajenado de su naturaleza emocional humana. Pero, mientras que en la narrativa pandémica precedente, la enfermedad estigmatizaba a los infectados como alteraciones de la normalidad social, en coherencia con el concepto de sick role funcionalista, en la distopía pandémica zombi la enfermedad amenaza al individuo con la alienación en la masa de la sociedad global. En este sentido, la representación de las manifestaciones de la enfermedad en los individuos, en su aspecto físico o en su comportamiento, implica que un elemento monstruoso subyace a toda la narrativa pandémica. En las cuatro categorías que hemos establecido se enfatizan las alteraciones físicas de los infectados relacionadas metonímicamente con la muerte: los bubones, la sangre oscura, el color de la piel y en especial todas las lesiones cutáneas, el olor que desprenden los enfermos o sus fluidos corporales, etc. Esta necesidad en la representación ha hecho de la peste bubónica, el cólera, o el Ébola sujetos particularmente atractivos para la ficción pandémica como forma de terror. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, es la relación entre la enfermedad y la locura, otra constante en toda la narrativa pandémica, la que garantiza el carácter terrorífico de este género, a la vez que contribuye significativamente a la construcción de la epidemia tanto como alteración del orden social como del orden psicológico. 3. LOS DISCURSOS DE LA PANDEMIA. DISCURSOS DE GÉNERO DELIBERATIVO ANTE LA INCERTIDUMBRE DE UN RIESGO SANITARIO Hemos analizado discursos deliberativos cuya causa eran la defensa de las actuaciones futuras en el caso de una crisis pandémica. En el primer caso, los planes de preparación y respuesta frente a una pandemia de la OMS de 2005 y 2009, se trata de documentos técnicos, pero con un importante componente persuasivo retórico cuya finalidad es persuadir a sus destinatarios de la utilidad de adoptar las medidas propuestas. Esta componente persuasivo retórica es mayor en el documento de 2009, el cual se presenta como modificación necesaria al plan anterior, publicado en 2005. En ambos documentos elaborados por la autoridad sanitaria internacional, coinciden diferentes conceptualizaciones de la pandemia, cada una de las cuales cumple una función argumentativa distinta en el discurso. Por una parte, la metáfora bélica LA PANDEMIA ES UNA GUERRA, ligada tradicionalmente al discurso sanitario , ocupa aquí un papel un lugar secundario, aunque permite legitimar las actuaciones excepcionales de control social, incluyendo el marco de la lucha contra el terrorismo. La personificación del agente causal confiere un importante carácter emotivo a esta argumentación, apoyada en la caracterización como amenaza desconocida e imprevisible, así como en la analogía con la gripe española en términos de contagio y mortalidad. Por otro lado, la metáfora LA PANDEMIA ES UNA CATÁSTROFE NATURAL conceptualiza la naturaleza física del fenómeno pandémico en cuanto objeto científico. Asimismo, LA PANDEMIA ES UN DESAFÍO HISTÓRICO conceptualiza la naturaleza simbólica cultural de la epidemia, permitiendo relativizar su magnitud como fenómeno natural. Es decir, sea como sea la pandemia, supondrá un reto histórico para la sociedad global, gracias al cual dicha sociedad saldrá reforzada en cuanto a sus cualidades morales, siempre y cuando se lleven a cabo las medidas propuestas. El esquema de fases de la pandemia constituye la estructura narrativa que sostiene las conceptualizaciones anteriores ante la perspectiva del acontecimiento pandémico como un hecho inevitable. Al mismo tiempo, establece un permanente estado de alerta o pre-alerta como marco temporal para las instituciones. En el caso del Plan 2009, esta construcción de la pandemia está acompañada de la descripción de un grave escenario pandémico, con una profunda alteración del orden social, que amplifica la argumentación por las consecuencias y hace confluir las conceptualizaciones anteriores hacia una dimensión apocalíptica de la pandemia. La repetición a lo largo del documento de esta estructura por fases amplifica su carácter emotivo como elemento organizador y secuencia inevitable. En este contexto, la OMS, como autoridad sanitaria internacional, se presenta como autoridad científica y moral, delegando responsabilidades ejecutivas en las autoridades políticas nacionales. Su autoridad se soporta sobre el argumento de autoridad construido con pruebas históricas y el valor legitimador del conocimiento científico como autoridad en sí mismo. Desvía su responsabilidad en el ejercicio del poder en documentos de trabajo y líneas directrices presentadas a su vez como autoridades independientes, frente a las cuales la OMS sólo puede acatar sus indicaciones, pese a que se trata de documentos emitidos por la propia OMS. En el Plan 2009 se niega la existencia de un conflicto de intereses basándose en esta construcción de una autoridad moral y científica. A las autoridades nacionales se les otorga un papel secundario en ambos documentos, de asunción de responsabilidades generales e inespecíficas en la aplicación de los planes. En este sentido, se da una cierta importancia a la comunicación, en particular en el Plan 2009, pero esencialmente como elemento estratégico para que las autoridades ejerzan su liderazgo. En el Plan 2005 la sociedad y sus ciudadanos son presentados como un objeto epidemiológico. En particular las relaciones interpersonales constituyen un elemento problemático como variable de riesgo, en sustitución de la probabilidad de la pandemia, la cual se da por supuesta. De este modo, la población se presenta como un posible obstáculo para la consecución del objetivo simbólico final en la conceptualización de la pandemia como desafío histórico, lo cual legitima la adopción de medidas de control y vigilancia de la sociedad, así como medidas sanitarias que implican un alto grado de alienación. En el Plan 2009 persiste la construcción de la sociedad como objeto epidemiológico, pero el enfoque «toda la sociedad» convierte a los ciudadanos/objetos en actores responsables de sus propias acciones de cara a su papel como variable epidemiológica. Frente a estos discursos de carácter especulativo, producidos por la autoridad sanitaria internacional, hemos analizado la rueda de prensa de la ministra española de Sanidad con motivo de la aparición de los primeros enfermos de gripe A/H1N1 en España en abril de 2009. Partiendo de una definición de un posible evento pandémico coherente con la construcción de la OMS en los planes de preparación y respuesta, la ministra española reconceptualiza el acontecimiento disminuyendo progresivamente su magnitud, de manera que desde la afirmación de situación «grave» en los primeros momentos de la intervención termina la misma asegurando que la situación es de «normalidad». El orden de los elementos narrativos y la analogía con la gripe común se revelan como las herramientas más importantes en su esquema argumentativo. Se apoya, asimismo, significativamente en la utilización de perífrasis eufemísticas para referirse a la enfermedad o a los enfermos, especialmente en el caso de la situación en España, que disminuyen la gravedad del problema. La responsabilidad en la gestión técnica y científica de la crisis se descarga en la autoridad sanitaria internacional representada por la OMS. Al mismo tiempo, la ministra redefine la situación nacional, desactivando el marco epidemiológico y planteándola en términos políticos. La crisis se conceptualiza así como un DESAFÍO moral para que las autoridades sanitarias nacionales y autonómicas pongan de manifiesto sus capacidades políticas. Mediante la utilización de numerosas figuras de dicción por repetición se enfatiza el control de la situación de crisis por parte de los responsables políticos. A diferencia de los planes de preparación y respuesta de la OMS, la ministra de Sanidad no hace apenas referencias a la sociedad ni a las acciones que esta deba realizar, evitando así evocar los escenarios de crisis que sí se plantean en los documentos de la autoridad internacional. 4. LOS DISCURSOS DE LA PANDEMIA. DISCURSOS DE GÉNERO JUDICIAL EN UNA CRISIS SANITARIA CONVERTIDA EN CRISIS DE CONFIANZA La gestión de la crisis de la gripe A/H1N1 estuvo marcada por la presunta existencia de un conflicto de intereses en la toma de decisiones por parte de OMS y en sus recomendaciones de actuación frente a la pandemia. Algunos expertos epidemiólogos y periodistas científicos acusaron a la OMS de haber favorecido los intereses de las empresas farmacéuticas fabricantes de antivirales y vacunas. En este capítulo de nuestra tesis hemos analizado algunos de los discursos de género judicial generados en este debate, los más difundidos mediáticamente y en los que la OMS respondía directamente a estas acusaciones. Hemos observado que las acusaciones contra la OMS se basan en una exposición de los hechos ocurridos durante la crisis pandémica de 2009-2010 en la cual se minimiza la gravedad de la epidemia, evitando usar el término «pandemia» o «pandémico» como una categoría de lo real, sino como parte de la construcción discursiva ideológica de la OMS. La analogía con la gripe estacional permite, al mismo tiempo, disminuir la gravedad del proceso y neutralizar el elemento de novedad e incertidumbre, parte importante de la construcción del riesgo pandémico como grave riesgo sanitario por parte de la OMS. Tanto en la intervención del doctor Wolfgang Wodarg como en el editorial y el artículo de investigación publicados en el BMJ, se recurre a diferentes estrategias como el uso de litotes, fraseologismos y analogías con marcado carácter irónico cuya finalidad es romper el marco establecido por la OMS de grave crisis sanitaria en la cual esta institución desempeña el papel de autoridad de referencia. Estos autores plantean así un marco alternativo, de crisis institucional y de confianza, en el que la argumentación por las consecuencias en la que se basa el discurso de la OMS se sustituye por otra argumentación por el nexo causal, en este caso según el esquema «medio/fin» que demostraría la responsabilidad moral de la OMS. De este modo, la crisis pandémica se presenta como el medio para favorecer intereses económicos privados, cuestionándose la credibilidad de la OMS como autoridad sanitaria de referencia. Desde este punto de vista, esta organización habría causado una injustificada epidemia de pánico, la cual a su vez provocará no tanto una epidemia de sospechas y estigmatización (cf. Strong, 1990: 253), cuanto una epidemia de escepticismo entre la opinión pública. Las acusaciones a la OMS intentan, por lo tanto, desvincular a este organismo de un marco científico-sanitario, marco en el cual se inscriben, como científicos, los emisores de estas acusaciones. El conocimiento científico es presentado como pruebas extrínsecas que contradicen los argumentos de la OMS, sobre los cuales se busca evidenciar que se basan principalmente en un argumento de autoridad cuestionado en la acusación. En particular, la definición del acontecimiento pandémico, uno de los elementos en los que se fundamenta la autoridad que la OMS construye a través de su discurso, se presenta por la acusación como una definición que no responde a criterios científicos, sino a intereses espurios. De este modo, se evita también la crítica directa y explícita a la comunidad científica, que se hace de manera indirecta o dirigida hacia individuos concretos. En este contexto, las autoridades políticas nacionales ven cuestionada su capacidad de liderazgo frente a los intereses económicos globales. Su construcción discursiva, desde nuestro punto de vista, está muy influenciada por el contexto de la comunicación. En el caso de la intervención de Wodarg, las instituciones europeas forman parte de su auditorio, por lo que sus referencias a las mismas son vagas, limitándose a presentarlas como sujeto pasivo frente a la presión de la industria farmacéutica como sujeto activo. En los textos publicados en el BMJ, en cambio, las autoridades políticas nacionales comparten responsabilidad en lo sucedido con la OMS, mientras que las empresas farmacéuticas constituyen sujetos abstractos, no presentes de forma directa en el discurso como sujetos de la acusación. La sociedad queda reducida en estos discursos a un elemento utilizado para apelar a las emociones del auditorio. En este sentido, en el discurso de Wodarg, como discurso oral y dirigido también a la opinión pública a través de los medios de comunicación presentes en la audiencia, la construcción de la sociedad y sus ciudadanos en la crisis pandémica está muy marcada por el patetismo y la recurrente apelación a las emociones, mientras que los textos del BMJ se circunscriben a una argumentación basada en los hechos y en pruebas científicas, limitando las referencias a la sociedad a las conclusiones de estos discursos. La refutación de estas acusaciones por parte de la OMS se fundamenta en reforzar el papel de la institución como autoridad histórica y científica. Buena parte de su argumentación se basa en este principio de autoridad como premisas no problemáticas, una autoridad que, especialmente en el caso del discurso de Fukuda ante la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, le permite redefinir la situación de comunicación, dejando en un segundo plano los elementos del discurso judicial y favoreciendo la utilización de ejemplos propios de un discurso deliberativo, e incluso fragmentos laudatorios sobre el papel histórico de la autoridad sanitaria. La conceptualización de la pandemia como un desafío histórico, personificándola como un enemigo de la sociedad, es el marco predominante en este discurso de la OMS, al tiempo que se intenta desactivar el marco catastrofista y apocalíptico. A este respecto, el discurso de Fukuda se contradice con el discurso de la directora general Margaret Chan, posiblemente debido a un contexto de comunicación distinto. Como en el caso de Wodarg, ante un auditorio que incluía a los medios de comunicación Fukuda introduce más recursos emocionales basados en referencias a la población, y refuerza la argumentación por las consecuencias en las que se basan los planes de preparación y respuesta. Como en los planes de preparación y respuesta, la OMS desvía su responsabilidad en las decisiones a la información científica que las dicta, representada por protocolos, líneas directrices y reglamentación internacional realizada con criterios científicos. Sin embargo, mientras que en el discurso de Fukuda, de carácter más emocional, la OMS se presenta como el héroe de una narración histórica, que lidera a las instituciones nacionales en la construcción de una sociedad mejor en la defensa contra el desafío de la pandemia, en la carta de Margaret Chan, la autoridad sanitaria internacional se vincula a otras institucionales con las cuales comparte responsabilidades en los hechos, así como problemas intrínsecos a la labor institucional como los conflictos de intereses. Esta última estrategia también está presente en la conclusión del discurso de Fukuda frente al Consejo de Europa, negándose implícitamente a asumir toda la responsabilidad de unos hechos en cuya gestión también han participado las autoridades nacionales y europeas. No obstante, en ambos casos, esta apelación a la responsabiliad compartida se hace de manera indirecta y eufemística. Tanto en el caso de Fukuda como en el de Chan, la sociedad es utilizada para apelar a las emociones del auditorio, sobre todo en la intervención de Fukuda. Al mismo tiempo, la reconceptualización del acontecimiento pandémico, desactivando en lo posible los elementos catastrofistas, comporta implícitamente una construcción de la sociedad como un sujeto irracional, con predisposición a las reacciones histéricas, las cuales estarían en el origen de la problemática sobre la gestión de la crisis sanitaria. Se destaca a su vez el papel de las empresas farmacéuticas como parte de la sociedad, así como de la relación entre la OMS y la sociedad. Las referencias a estas empresas se basa, sin embargo, en términos inespecíficos y en valores morales de carácter general. 5. LOS DISCURSOS DE LA PANDEMIA. DISCURSOS DE FICCIÓN TRAS LA CRISIS DE LA GRIPE A DE 2009-2010 En los discursos de ficción posteriores a la crisis pandémica de la gripe A/H1N1 que hemos analizado, observamos una extensión de elementos de la narrativa apocalíptica a narrativas catastrofistas, especialmente en la interpretación de la epidemia como castigo contra los pecados morales y ecológicos de la sociedad contemporánea. A su vez, la posibilidad de salvación de la humanidad gracias a la actuación de los héroes y sus ayudantes, propia de la temática catastrofista, se incluye ahora en algunas narraciones pandémicas zombi, el caso más extremo de narrativa pandémica apocalíptica. De esta forma, la conceptualización LA PANDEMIA ES UN DESAFÍO HISTÓRICO pasa a formar parte del relato pandémico zombi, tradicionalmente caracterizado por el fatalismo apocalíptico y la crítica a la sociedad y, en particular, a sus instituciones. Esta interpretación moral de la pandemia como desafío se apoya, como en los planes de preparación y respuesta de la OMS, en un marco de permanente estado de alerta social, por lo que algunas connotaciones importantes de la metáfora militar están aún presentes en la necesidad del control social legitimado por la tutela de la salud pública. Los referentes de epidemias reales están muy presentes en la construcción de la pandemia de ficción, tratándose de referentes históricos contemporáneos vinculados a los referentes pandémicos a los que apela la OMS en sus discursos, como la gripe española, la gripe de Hong Kong, el SARS o la gripe aviar. Asimismo, la gripe A/H1N1 constituye el referente más importante, tanto epidemiológico como de gestión de crisis. El origen asiático del agente causal también parece formar parte de la construcción de las nuevas pandemias, mientras que habría desaparecido el referente a la peste o al cólera. Por otro lado, nos parece significativa la relevancia de la representación gráfica tanto del virus como de la pandemia, en la que observamos patrones de representación propios del discurso científico, y de la representación del conocimiento científico en los medios de comunicación. Estas representaciones gráficas, imágenes de microscopio electrónico, secuencias genéticas, gráficos de predicción epidemiológica y mapas de distribución, tienen un papel importante para conseguir la verosimilitud de estos relatos, pero al mismo tiempo desempeñan una clara función icónica y simbólica en la construcción discursiva de la pandemia como catástrofe cuasi apocalíptica. En los relatos analizados, resulta significativa la pertenencia de los héroes al ámbito de las instituciones sanitarias. Los científicos contribuyen activamente en la resolución de la crisis, gracias al conocimiento científico y a los medios tecnológicos, pero también gracias a los valores humanos positivos que se les presuponen como miembros de la clase científica. Las autoridades sanitarias presentan así una doble naturaleza. Por un lado una componente científica y humana, valorada positivamente y formada por los héroes de los relatos. Por otro lado, una componente institucional y política, valorada negativamente, formada por los antagonistas, en los cuales el perfil político es predominante. De este modo, las autoridades e instituciones políticas están marcadas negativamente en estos relatos por la corrupción y la falta de transparencia en la gestión de las crisis sanitarias, o bien por sus intereses políticos de cara a objetivos electorales. En la gestión de la crisis su liderazgo es sustituido por el liderazgo del ejército, quien lleva a cabo acciones de control y represión social, pero sin conseguir controlar el avance de la epidemia. La sociedad es representada por una masa anónima, irracional, y que se comporta frente a la amenaza pandémica de forma enajenada o violenta. El monstruo zombi, como en otras narrativas con este elemento fantástico, representa metonímicamente a esa sociedad alienada, caracterizada por la violencia, la irracionalidad y la locura como expresión de la enfermedad. Algunos ciudadanos, sin embargo, encarnan el comportamiento socialmente correcto y los valores humanos positivos. En Contagion este personaje está asociado a la inmunidad frente a la enfermedad como símbolo de virtud moral. Frente al conocimiento y la representación de la epidemia por parte de los científicos, muy presente en estos relatos, el conocimiento de la población no experta aparece formado por prejuicios, algunos con origen en la ficción pandémica, como claras referencias intertextuales. En Contagion entre los protagonistas aparece también la figura del «lay expert», que pone de manifiesto cómo la autoridad sobre un acontecimiento sanitario se diluye en múltiples discursos y en múltiples interpretaciones discursiva en la sociedad de la comunicación . Asimismo, se pone de manifiesto la propia fragilidad de la credibilidad y la confianza en estas nuevas autoridades de referencia para el conocimiento médico-sanitario. Por último, nos ha llamado la atención la pervivencia de patrones sexistas tanto en la construcción del acontecimiento pandémico y su interpretación moral, como en el relato de la resolución de la crisis social. La explícita representación de la enfermedad y la degradación física del cuerpo humano femenino contrasta con la poca presencia del cuerpo masculino enfermo o muerto, como ya ha señalado Ostherr (cf. 2005: 155 y ss.) para otros relatos epidémicos en la cultura occidental contemporánea. La infidelidad de la «paciente cero» de Contagion como pecado original de la pandemia, junto a la analogía entre la naturaleza como una depravada asesina en serie y la epidemiología de la pandemia en WWZ, contribuyen igualmente a perpetuar el tópico de ¿la fémina seductora, contaminante y epidémica¿ (Hormigos, 2009: 118; Véase también Foertsch, 2001: 94 y ss.). Asimismo, en la solución de ambas crisis pandémicas de ficción analizadas, el papel de las mujeres protagonistas está supeditado a un personaje paternal masculino. Esto es especialmente evidente en WWZ en la cual la fuerte influencia de una mujer impide al protagonista desempeñar las funciones propias del héroe hasta que se ve obligado a ello por coacción de otros hombres. El héroe deja, no obstante, su hogar femenino a cargo del niño Tomas como pequeño héroe a cuidado de las mujeres. La soldado Segen que acompaña al héroe es un personaje femenino fuertemente masculinizado, y es una mujer la investigadora de la OMS que intenta persuadir al científico jefe, un hombre, de que no acompañe a Gerry en la misión. Sin olvidarnos de la mujer negra zombi, que estos científicos mantienen en una sala de aislamiento de cristal a la vista de todos, como recordatorio del castigo que le ha sido infligido a la humanidad. CONCLUSIONES FINALES En la introducción de este trabajo considerábamos las crisis sanitarias como un tipo de crisis histórica, social y cultural. Desde este planteamiento inicial nos proponíamos el objetivo de evidenciar el origen prevalentemente discursivo de estas crisis, así como la complejidad de las relaciones entre los discursos de la salud pública, sus emisores y sus receptores en los múltiples contextos de comunicación en la sociedad actual. En este sentido, en la primera parte de nuestra tesis hemos analizado la evolución de las teorías sociales sobre la salud, la enfermedad y la medicina, desde la predominancia del conocimiento médico científico en el funcionalismo estructuralista hasta las más recientes propuestas de investigación multidisciplinar de la interacción entre los discursos científico-médicos y los discursos de la sociedad no experta. Estas perspectivas actuales sobre la salud, la enfermedad y la medicina como fenómenos sociales reflejan al mismo tiempo la complejidad de la sociedad contemporánea, en la cual se cuestiona la legitimidad histórica y moral del conocimiento científico mientras se sigue dependiendo de dicho conocimiento para el desarrollo tecnológico y social. Como consecuencia de este fenómeno se ha puesto también en entredicho la autoridad histórica y moral de las élites intelectuales científicas, especialmente en sus relaciones con otros grupos de poder, dejando patente la naturaleza ideológica del discurso científico en general, y del discurso médico-sanitario en particular. En este contexto, el concepto de riesgo se ha impuesto como elemento clave del debate público sobre la responsabilidad individual, social y sobre la confianza en las instituciones. Las diferentes teorías sociales sobre el riesgo y sobre la gestión del riesgo han dado cuenta de la complejidad cognitiva y sociocultural de este concepto. Como hemos subrayado en el segundo capítulo de esta primera parte, las perspectivas realistas que concebían el riesgo como la mayor o menor probabilidad de un determinado peligro, valorado en función de criterios científico-técnicos, han dado paso progresivamente a marcos teóricos y metodológicos de carácter claramente constructivista, que investigan el fenómeno del riesgo como una construcción de carácter simbólico y cultural, relacionada con la naturaleza material del propio riesgo, pero sobre todo con sus valores morales. En definitiva, un concepto del riesgo con una marcada naturaleza ideológica, la cual se construye, se transforma y se reproduce socialmente a través del discurso como un objeto virtual. A lo largo de nuestra investigación hemos demostrado la utilidad de esta perspectiva constructivista en el estudio del riesgo sanitario como fenómeno social. Desde la última década del siglo XX el riesgo sanitario, de origen epidémico, parece haber incorporado, a la conceptualización del riesgo como castigo, las nuevas incertidumbres y los nuevos miedos de la sociedad global de la comunicación. Mientras que la sociedad de bloques enfrentados y opuestos surgida tras la Segunda Guerra Mundial concentró su noción del riesgo en la amenaza ecológica, la contaminación y el enfrentamiento nuclear, la sociedad fuertemente individualizada, nacida de la globalización en la comunicación y el transporte, ha encontrado en el riesgo epidémico un modelo analógico para la interpretación de las prácticas sociales y de las expresiones culturales. Si en las dos últimas décadas del siglo XX la epidemia de VIH/SIDA fue interpretada ideológicamente en términos de contaminación y de estigmatización cultural, como reflejo y repetición de los patrones de la Guerra Fría (cf. Foertsch, 2001: 16-27), en la primera década del siglo XXI es el modelo epidemiológico el que permite interpretar los acontecimientos históricos, la crisis económica, los movimientos sociales, la inmigración, el comercio, y los procesos de comunicación, tanto a un nivel macrosocial como microsocial. La psicología social, y su teoría de las representaciones sociales, con las aportaciones de la lingüística cognitiva desde una perspectiva pragmática, han demostrado su validez para la investigación de los procesos de construcción del riesgo sanitario epidémico como importante fenómeno sociocultural, como hemos puesto de manifiesto en el tercer capítulo de la primera parte de nuestra tesis. Hemos enfocado los procesos de construcción y transformación de las representaciones sociales, como el conocimiento compartido sobre un acontecimiento como las crisis pandémicas, desde una perspectiva discursiva. Es decir, cómo estas representaciones sociales, en cuanto modelos cognitivos dinámicos de un acontecimiento, se construyen y expresan a través del lenguaje en la comunicación. Desde esta perspectiva, las teorías sobre la metáfora, así como las teorías sobre la narración y las narrativas, constituyen un punto de partida privilegiado para la investigación de procesos cognitivos como el framing que determinan la construcción y transformación del conocimiento previo y los prejuicios sobre un determinado acontecimiento. En la segunda parte de esta tesis hemos desarrollado el segundo objetivo de nuestro estudio: analizar las estrategias discursivas de construcción del discurso sanitario epidémico, con una perspectiva retórica y desde las actuales aportaciones de las teorías argumentativas y el análisis crítico del discurso. Hemos demostrado la funcionalidad de la actual teoría retórica como herramienta para el estudio de los discursos de la sociedad global de la comunicación y la información. Desde nuestro punto de vista, este marco teórico-metodológico podría resolver algunas limitaciones del enfoque lingüístico cognitivo señaladas por algunos autores, extendiendo el interés por las teorías de la metáfora a otros tropos y figuras retóricas que participan del proceso argumentativo y, por tanto, de la construcción del discurso persuasivo. La retórica permitiría así integrar los resultados de diferentes disciplinas lingüísticas, así como sus aplicaciones específicas en el caso de la terminología, junto a la sociología y la psicología social, en el análisis y resolución de problemas concretos de comunicación. Por otra parte, la teoría retórica constituye un marco de excepción para la investigación de los discursos de la sociedad desde una perspectiva constructivista, como la que hemos propuesto para el estudio del riesgo sanitario, la enfermedad y la salud pública. Como hemos señalado insistentemente a lo largo de esta tesis, el discurso persuasivo, en cuanto discurso sobre aspectos problemáticos o controvertidos del conocimiento compartido, implica simultáneamente la construcción de dicho conocimiento, la atribución de significados y valores morales, a través de un orden estratégico-persuasivo y un orden interpretativo íntimamente ligados. Este proceso es especialmente importante en momentos de crisis social y cultural como en el que se inscribe la crisis pandémica de la gripe A/H1N1 de 2009-2010. La preocupación de la sociedad global de la comunicación por el riesgo epidémico, por las nuevas enfermedades y las enfermedades emergentes, se ha expresado culturalmente a través del auge de las narrativas de temática epidémica, en particular los géneros de ciencia-ficción y de terror apocalípticos o post-apocalípticos, que han amplificado el sentimiento fin de siècle en las dos últimas décadas. Es en este contexto social y cultural en el cual creemos que debe interpretarse la formación del conocimiento científico epidemiológico como proceso de comunicación social entre la élite científica y la sociedad no experta de la cual forman parte. En la sociedad de la comunicación y la información, en la actual «civilización mediática», el discurso científico y el discurso de la sociedad han experimentado un complejo y acelerado proceso de hibridación, compartiendo géneros discursivos, metáforas, relatos, actores y personajes, cronotopos narrativos, frases hechas, símbolos e iconos, así como lugares y esquemas argumentativos. Sin embargo, como hemos evidenciado en nuestro análisis de algunos discursos de la última crisis pandémica, no se trata simplemente de un cambio en las estrategias persuasivas del discurso científico, en concreto del discurso de la salud pública, sino que este cambio comporta la construcción de un nuevo orden interpretativo, de un nuevo significado para un nuevo fenómeno social: la pandemia. Las autoridades sanitarias internacionales, lideradas por la OMS, inscribieron su propuesta de escenario epidemiológico mundial en un relato histórico y social en el que una catástrofe pandémica de dimensiones apocalípticas constituía una posibilidad verosímil. Para ello recurrió a ejemplos que no sólo ilustraban estas posibles dimensiones catastróficas, como la pandemia de gripe de 1918, sino que construían la secuencia de las recientes epidemias globales del SARS y la gripe aviar como los capítulos de un relato cuya inevitable conclusión era la llegada de una pandemia. La estructura por fases de la preparación frente a una pandemia, repetida insistentemente en sus documentos técnicos, amplificaba este relato pandémico, reforzado ulteriormente por la detallada descripción de escenarios de grave alteración del orden social. Al mismo tiempo, las autoridades sanitarias internacionales han introducido un importante sesgo positivo en el relato catastrofista, interpretando la posible pandemia como un desafío histórico, una oportunidad para la sociedad global y sus instituciones de reforzar sus valores morales como defensas inmunitarias, de salir fortalecidos de una nueva crisis histórica para enfrentar los retos del futuro. Esta nueva épica institucional ha encontrado reflejo en el discurso de las autoridades políticas, enfrentadas a una naturaleza de la nueva epidemia muy diferente de las expectativas que justificaban sus políticas sanitarias, elaboradas siguiendo las directrices de la OMS. Los discursos judiciales sobre la actuación de la OMS, el intenso debate público en torno a la definición del riesgo pandémico y al papel de los diferentes actores sociales de una crisis sanitaria, no han hecho sino reforzar la conceptualización de la pandemia como crisis histórica, rompiendo el solemne marco cognitivo de un grave riesgo sanitario, y sustituyéndolo por un marco de crisis institucional y de confianza, marco que comparte con la crisis económica y política de la actualidad. De esta forma, las contradicciones y el exceso en las estrategias argumentativas de amplificación de la gravedad de la posible pandemia habrían afectado negativamente al elemento institucional y político transnacional de las autoridades sanitarias. El debate sobre la definición de la pandemia y la gestión de la crisis ha puesto de manifiesto las diferencias ideológicas en el discurso científico. Pese a que la cercanía temporal con la gripe A/H1N1 quizás no nos permita tener la suficiente perspectiva sobre sus consecuencias, los nuevos discursos de ficción epidémica parecen reproducir tanto la nueva épica institucional como la profunda crisis de confianza en la autoridad científica y política. Los elementos apocalípticos y monstruosos, propios de la narrativa de masas crítica con las instituciones políticas y científicas, han sido incorporados a narrativas de ficción catastrofista de gran éxito comercial, en las cuales los científicos de las instituciones desempeñan el papel de héroes protagonistas. La reciente utilización de estos elementos temáticos de la ficción pandémica en campañas de divulgación y comunicación institucionales para la preparación y respuesta frente a riesgos naturales constituye, desde nuestro punto de vista, un interesante punto de reflexión de cara a futuras investigaciones. Como resultado de nuestro estudio, podemos afirmar que la crisis sanitaria provocada por la gripe A/H1N1 entre 2009 y 2010 fue la consecuencia de un relato histórico, favorecido más por las condiciones sociales y culturales que por la verdadera naturaleza epidemiológica de la nueva gripe. A este respecto, hemos confirmado, como ya habían apuntado otros investigadores estudiando crisis sanitarias precedentes, que el discurso científico de los expertos epidemiólogos o virólogos participa activamente del proceso de amplificación social del riesgo que en buena medida origina las crisis sanitarias, apoyándose subsidiariamente en los medios de comunicación. El actual contexto social y cultural de la comunicación determina las mismas estrategias retórico-persuasivas para el discurso científico y para el discurso mediático, estrategias que convergen en una misma construcción discursiva interpretativa de un fenómeno desconocido, como una nueva amenaza pandémica. En nuestra opinión, resulta difícil asegurar que hubo una intención planificada de las autoridades sanitarias para beneficiar los intereses privados de las empresas farmacéuticas a costa de la salud pública y, como se ha comprobado, a costa de su propia legitimidad como instituciones de referencia. Consideramos, en cambio, que dichos intereses económicos privados han aprovechado el contexto social y cultural para favorecer sus actividades y ganancias comerciales en menoscabo de los presupuestos sociales de los Estados, pero también de su propia imagen como actores sociales con graves consecuencias indirectas. El incremento significativo desde 2011 en España y en países de nuestro entorno de la prevalencia de enfermedades infecciosas como el sarampión o la rubeola parece estar relacionado con una disminución de la vacunación de la población infantil, motivada por la desconfianza de los padres hacia las vacunas y los fabricantes de las mismas. Desde nuestro punto de vista, la OMS y otros organismos internacionales son responsables de no haber tenido suficientemente en cuenta el contexto social y cultural en el que desempeñan su labor institucional. Al plantear la posibilidad de gravísimos escenarios pandémicos, las autoridades sanitarias internacionales han evocado inmediatamente numerosos elementos icónicos y simbólicos propios de un imaginario apocalíptico muy presente en la sociedad actual, y reproducido tanto en sus expresiones culturales de masas como en buena parte del discurso filosófico y científico. No cabe duda de que, en un primer momento, esta estrategia ha permitido captar la atención de los medios de comunicación de masas, de la opinión pública y de las autoridades políticas, reforzando el poder de las autoridades sanitarias mediante la dependencia del conocimiento experto científico. Pero, asimismo, ha quedado de manifiesto que la desproporción entre lo planteado y lo acaecido ha comprometido seriamente la credibilidad y la autoridad científica de las instituciones sanitarias internacionales. En este sentido, como apuntábamos en el tercer objetivo de nuestra tesis, la actual teoría retórica y la teoría de la argumentación retórica no sólo son una eficaz herramienta para el análisis crítico del proceso comunicativo, sino también un interesante enfoque para el diseño de la gestión de la comunicación de crisis. Entender la comunicación sanitaria desde una perspectiva retórica implica superar la idea de la transmisión lineal y vertical de información que en buena medida lastra la comunicación de salud pública, para entender la comunicación, en palabras de Michel Meyer (2013: 26), como ¿la negociación de la distancia entre individuos a propósito de una cuestión dada¿. En definitiva, entender la salud pública como un elemento de acuerdo social, y no como un marco para la desigualdad social, legitimado por un conocimiento científico de naturaleza ideológica. Las instituciones sanitarias internacionales no deben continuar imponiendo una definición científica del riesgo epidémico en las políticas sanitarias nacionales mientras al mismo tiempo eluden toda responsabilidad en la interpretación social y cultural de sus propuestas de actuación en caso de una amenaza. Una definición del riesgo sanitario y sus límites de aceptabilidad debe ser necesariamente consensuada de forma horizontal e inclusiva por todos los actores sociales en un proceso deliberativo permanente. Creemos que en este proceso el papel de las autoridades sanitarias y los expertos científicos no puede seguir siendo el de héroes en una cruzada contra la enfermedad, tras la profunda crisis de legitimidad a la que ha contribuido significativamente la reciente crisis pandémica de la gripe A/H1N1. Como afirmaba el doctor Rieux en La peste de Albert Camus, la salud pública no es una cuestión de ¿heroísmo¿: ¿el único medio de luchar contra la peste¿ ¿o la «pandemia»¿ ¿es la honestidad¿.