Los humedales del Alto Jilocaestudio hidrogeológico e histórico-arqueológico

  1. RUBIO DOBÓN JOSÉ CARLOS
Dirigida por:
  1. Manuel Antonio Martín Bueno Director/a
  2. Pablo Coloma López Codirector/a

Universidad de defensa: Universidad de Zaragoza

Fecha de defensa: 19 de febrero de 2004

Tribunal:
  1. José Antonio Abásolo Álvarez Presidente
  2. María Ángeles Magallón Botaya Secretario/a
  3. Miguel Sánchez Fabre Vocal
  4. José Luis Simón Gómez Vocal
  5. Jorge Olcina Cantos Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 103798 DIALNET

Resumen

El agua ha sido en la cuenca del Jiloca objeto de tradicional apetencia para atender las necesidades siempre crecientes de una pujante actividad agrícola basada en el regadío, a cuyo amparo se ha ido desarrollando un sistema de drenes, azudes y acequias que ha distribuido el agua desde época romana. El presente trabajo aborda el estudio de los humedales del Cañizar, no sólo desde el punto de vista de su funcionalidad hidrológica e hidrogeológica sino también de las actuaciones que ha realizado el hombre sobre ellos a lo largo de la historia. La intervención humana, primero con la apertura de los cauces de drenaje y más recientemente con la proliferación de sondeos, ha conseguido no solamente secar, casi en su totalidad, los humedales de esta zona, sino también hacer descender los niveles piezométricos de un modo alarmante. Mención aparte merece la disminución significativa de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas, debido al exceso de abonado de las tierras de labor en los últimos 40 años. Siglos después de su desaparición todavía quedan pruebas de la existencia de estos importantes humedales: los sedimentos que se depositaron en estas áreas encharcadas, los fósiles encontrados en ellos típicos de estos medios entre lo acuático y lo terrestre, o los abundantes documentos históricos de todo tipo (mapas, sentencias judiciales, reglamentos, etc.) en los que aparecen citados. La laguna del Cañizar de Villarquemado, situada junto a la localidad que le da nombre, tenía una superficie de 11,3 km2 y una profundidad máxima de 2,80 m lo que la convertía en uno de los grandes humedales de la península Ibérica. Respecto al área de encharcamiento del Cañizar de Alba, ésta presenta una superficie mucho menor, en torno a 1 km2. Ambos humedales fueron desecados mediante sucesivas obras de drenaje. La última de ellas se realizó entre los años 1729 y 1732 a cargo del ingeniero italiano Domingo