Erosofía y caosmunidad. Pensar la comunidad desde el vínculo entre G. Deleuze y G. Bataille
- Luis Sáez Rueda Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: Universidad de Granada
Fecha de defensa: 2016(e)ko abendua-(a)k 19
- Antonio Campillo Meseguer Presidentea
- José Antonio Pérez Tapias Idazkaria
- Francisco José Martínez Martínez Kidea
- Carmen Rodríguez Martín Kidea
- Roland Breeur Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
El problema u objeto de estudio de la tesis doctoral "Erosofía y caosmunidad, pensar la comunidad desde el vínculo entre G.Deleuze y G. Bataille" es el concepto de comunidad. Un problema sobre el que en la actualidad han posado su atención autores de la talla de Jean-Luc Nancy, Roberto Esposito o Giorgio Agamben, en los que se relaciona, fundamentalmente, con la indagación acerca de los modos de resistencia respecto de lo que han denominado “comunidades obradas”, “paradigma inmunitario” o “biopolítica de Occidente” respectivamente, una resistencia, en suma, a la deriva totalitaria de los Estados y sus instituciones. Profundizaremos, pues, en una línea de pensamiento que está en el epicentro de nuestra época actual, el pensamiento impolítico, tal y como lo ha caracterizado el propio Roberto Esposito en su ya clásica obra "Categorías de lo impolítico" y que en los últimos tiempos se ha extendido cobrando gran importancia dentro del corpus filosófico. Ahora bien, la perspectiva asumida por estos pensadores es, sin lugar a dudas, ontológica, por lo que la interrogación acerca de la comunidad es, en ellos, una interrogación acerca del ser de la comunidad. Sin renunciar a tal enfoque, lo que nos proponemos por nuestra parte es ofrecer una alternativa a esa ontología que recorre su concepto de comunidad y que, como veremos, es una ontología del sentido cuya raigambre la encontramos en Heidegger y Derrida fundamentalmente. Anunciamos ya que nuestra apuesta pasa por una ontología otra, en este caso, una ontología de la fuerza (intensio) cuyos antecedentes los tenemos, en cambio, en Simondon y Nietzsche. Con ella creemos haber descubierto un tipo de tratamiento distinto para la comunidad y, a nuestro modo de ver, más eficaz para afrontar los retos del presente. La clave para ello nos la dará Gilles Deleuze y Georges Bataille respectivamente. Ahora bien, en lo que concierne a Georges Bataille es importante reseñar que inevitablemente tendremos que resituar su pensamiento. Bataille, pensador ciertamente heterodoxo que ya se encuentra en el entramado reflexivo de los autores señalados en lo que respecta a su vertiente ético-política, —y no sólo por sus reflexiones en torno al erotismo—, guarda bajo las múltiples y heteróclitas facetas de su obra, una ontología que, en contraste con la del sentido, se revela como ontología de la fuerza o de la potencia, de la cual es una expresión su ontología del derroche y que, a nuestro juicio, conecta con la de Gilles Deleuze. En efecto, Deleuze, filósofo de comprensión difícil, nos abre un rico campo de juego que pasa por Nietzsche, Bergson y Simondon, entre otros. Como es sabido, la clave principal que recorre en profundidad su pensamiento consiste en una ontología que afirma la cualidad del ser como potencia, en particular, como conjunto de relaciones de fuerzas que, en su multiplicidad gestante, acaba por emplazar al sujeto y a la constitución de sentido; éstos serían, efectivamente, productos derivados, secundarios y provisionales de aquella retícula de fuerzas que actúa soterradamente en un nivel pre-subjetivo y sub-representativo. Teniendo en cuenta que estas fuerzas no se prestan ni a la funcionalización ni a la mensurabilidad, al menos no sin cambiar de naturaleza, y que, además, constituyen al ser mismo explicándolo en su dimensión creativa, el nexo con Bataille y su principio de “gasto improductivo” parece vislumbrarse claramente. No observar esta faceta del pensamiento batailleano, que nosotros creemos poder calificar de ontológica, supone hacer una lectura parcial del mismo que no llegaría a tocar su fibra última. Es ahí donde podemos encontrar el origen de las críticas que tanto Nancy, como Esposito y Agamben han hecho al de Billom a pesar de reconocer su valía como pensador de la comunidad.En síntesis, podemos adelantar que la ontología que observamos en Bataille, también deudora de Nietzsche, como en el caso de Deleuze, y que, como decimos. tiene que ver con su principio de derroche o gasto improductivo, concibe al ser como agitada multiplicidad de intensidades en devenir, esto es, como flujo energético que arruina toda permanencia y, así, también, toda identidad. Por este motivo, pensar la comunidad batailleana supone observarla como una comunidad que dependería de una comprensión del ser mismo en cuanto amante y artista, un amante maldito y transgresor y un artista sin concesiones al proyecto, a la instrumentalidad. Esta ontología tiene consecuencias políticas y la principal, a nuestro juicio, es la de entender la comunidad, no como agrupación de sujetos bien constituidos y mediada, en coherencia con ello, por la representación, sino como una instancia que vulnera al sujeto, y que, en esta medida, guarda ineludibles puntos de conexión con la elaborada por Deleuze. En tal sentido, será de capital importancia observar la inextricable relación entre los dos principios batailleanos primordiales en su filosofía, el de utilidad y el de derroche. Relación dialéctica sin solución, sin síntesis reconciliatoria, que nos arroja a una tragedia fundamental al tiempo que procura, como la metaestabilidad deleuzeana, el vector transformador del mundo político-social.