Imitación e intertextualidad en los siglos XVI y XVII«os lusíadas» de camões en las epopeyas cultas en castellano y en los poemas mayores de Góngora

  1. Alves dos Santos, Cidália Maria
Zuzendaria:
  1. Alfonso Martín Jiménez Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 2013(e)ko urtarrila-(a)k 25

Epaimahaia:
  1. Tomás Albaladejo Presidentea
  2. José David Pujante Sánchez Idazkaria
  3. Javier Rodríguez Pequeño Kidea
  4. Francisco Chico-Rico Kidea
  5. Francisco Javier Blasco Pascual Kidea
Saila:
  1. Literatura Española y Teoría de la Literatura y Literatura Comparada

Mota: Tesia

Laburpena

El objetivo de este trabajo ha sido determinar la importancia de la obra Os Lusíadas, de Luis de Camões en la literatura en castellano dentro de un marco temporal de aproximadamente 50 años (los comprendidos entre 1580 y 1630) y verificar su influencia en algunos autores épicos y no épicos de esta época que puedan haberlo tomado como modelo de imitación, para, posteriormente, a partir de los ejemplos analizados, llegar a una categorización de las modalidades imitativas. Se ha dividido esta investigación en dos partes: en la primera, de carácter teórico, se hace una aproximación a los conceptos considerados necesarios para un mejor encuadramiento del tema; en la segunda, de carácter práctico, se analizan algunas obras épicas y no épicas desde un punto de vista comparatista, buscando las relaciones entre Os Lusíadas y los textos elegidos. Dado que este trabajo se desarrolla en el ámbito del comparatismo literario, se hace inicialmente un breve recorrido por las principales teorías relativas a la Literatura Comparada de cara a su posible definición. En este recorrido, se pone de manifiesto el hecho de que los diversos autores proponen diferentes teorías, basados en distintos supuestos y sin llegar a determinar de forma clara y coincidente dicha definición. La problematización constante de lo que es, para muchos, una disciplina autónoma, nos hace dudar precisamente de su existencia como disciplina independiente; de hecho, para nosotros el comparatismo es un método de trabajo aplicado en los análisis críticos, postura también defendida por importantes autores, como es caso de Croce, del portugués Fidelino de Figueiredo o, más recientemente, de Alfonso Martín Jiménez. El análisis crítico comparado resulta de gran utilidad a la hora de establecer relaciones y de poner de manifiesto las semejanzas o diferencias entre diversos autores, obras o tendencias literarias, pertenezcan o no a una misma literatura nacional. En este trabajo de crítica comparatista son fundamentales los conceptos de intertextualidad, influencia e imitación, tratados y definidos por varios autores. Sobre el concepto moderno de intertextualidad, se ha analizado su evolución desde que Julia Kristeva lo propuso en los años 60 y los varios enfoques dados posteriormente por diferentes autores. Al pensar que el concepto moderno de intertextualidad corresponde a un fenómeno ya antiguo, se puede poner como ejemplo la época clasicista, en la que la imitatio, la imitación de los modelos, era una necesidad, indicadora de la calidad de los autores. El uso de fuentes y la apropiación de textos de otros autores era algo no solo lícito, sino necesario para escribir bien, según los tratadistas de toda la época clasicista. Analizadas diferentes preceptivas de los siglos XVI y XVII, es evidente que sus autores distinguen entre la imitación servil, que rechazan por considerarla ilegítima, y la imitación elaborada o creativa, que supera al modelo, que es la que verdaderamente merece el nombre de imitación, y que es legítima y necesaria. Ésta es la que puede producir un texto de calidad, porque supone un trabajo de comprensión del modelo. La distinción entre imitación y copia y la condena de esta última está, pues, presente en estas poéticas de forma más o menos explícita. Comparando el concepto de imitatio con el moderno concepto de intertextualidad, verificamos que la relación entre ambos es notable y ha sido estudiada por algunos autores, que han señalado la imitación, tal y como se concebía en los siglos XVI y XVII, como una de las formas de intertextualidad. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la lectura del intertexto depende, como otros autores han señalado, de la competencia del lector; pero esta competencia no es un obstáculo a la imitatio, que incide en el proceso de escritura. Algunos textos, por su inclusión en determinados géneros, favorecen más que otros la práctica de la imitación: así, los textos con un nivel más alto de codificación generan un mayor aporte intertextual, aunque una parte importante de esa codificación sea architextual o derivada de convenciones y tradiciones. Este es el caso de la épica en los siglos XVI y XVII: se conforman unas reglas para el género que parten del ejemplo homérico y virgiliano y de los preceptos aristotélicos y horacianos, esencialmente; estas reglas sufrirán alteraciones al integrar los modelos italianos de Ariosto y Tasso, sobre todo de este último, que adaptó esas reglas a una época marcada por el espíritu contrarreformista. Los poetas épicos imitaban ciertas estructuras, formas, ideas o tópicos determinados por la preceptiva y por el architexto, pero dentro de esos parámetros podían imitar en concreto episodios, versos o expresiones de sus modelos, que darán origen al intertexto. Por otro lado, si Laurent Jenny afirma que hay formas que suscitan la intertextualidad, hay que tener en cuenta que también hay épocas más propicias a dicho fenómeno, por lo que se ha intentado determinar el marco periodológico en el que se encuadran las obras del corpus. Así, se hace inicialmente una aproximación a los problemas relativos a la periodización, determinando conceptos como época, periodo, generación o corriente, muy importantes a la hora de construir una historia literaria; posteriormente se analiza el periodo literario que nos concierne, bastante controvertido: el Manierismo, enfocado de formas muy diversas, que van desde su consideración como un exceso de artificiosidad, como sostiene Curtius, hasta su contemplación como un periodo literario autónomo, en conformidad con las ideas de Dubois o Aguiar e Silva, enfoque este que compartimos. En el capítulo correspondiente, se procede a la caracterización del Manierismo literario en sus vertientes estilística y temática, comparándolo con el Renacimiento o con el Barroco de cara a poner de manifiesto las diferencias entre estos periodos. La inclusión en un periodo literario de algunos autores del corpus propuesto puede ser bastante controvertida. Camões, ha sido considerado como la expresión suprema del renacimiento portugués, pero algunos estudios más recientes, como los de Aguiar e Silva o Isabel Almeida, lo consideran un poeta manierista por su ideario, por su inquieta visión del mundo, su desengaño, su pesimismo, su desconfianza en la humanidad, sus contradicciones y tensiones o su visión del amor ya lejana al equilibrio renacentista. En el lado español, el caso más flagrante es el de Góngora, presentado por muchos autores como ejemplo del más puro Barroco y por otros como exponente del Manierismo, opinión que también defendemos por compartir este autor muchas de las características propias de este periodo. En relación a los poetas épicos cuyas obras hemos analizado, hay que tener en cuenta que siguen un género bastante codificado: las normas establecidas a partir de las epopeyas clásicas son de aplicación obligada, así como los principios posteriormente formulados por Tasso, pero dentro del cumplimiento de las normas revelan, a la manera de Camões, muchas características manieristas. En la segunda parte de esta tesis, de carácter práctico, se analiza la fuerte presencia de la epopeya lusa en las letras castellanas de los siglos áureos, incluso antes de su traducción, plasmándose esa presencia de tres maneras diferentes: las propias versiones al castellano (tres en menos de veinte años, número bastante considerable), las referencias encomiásticas y las imitaciones, objeto de esta parte del presente estudio. De las veintiocho epopeyas analizadas, publicadas entre 1578 y 1630, tan solo cinco no muestran la influencia del autor portugués. En los demás textos épicos, se han encontrado elementos que demuestran de forma más o menos clara la imitación de Os Lusíadas por sus autores, desde la Felicísima victoria del portugués Jerónimo Corte-Real, de 1578, hasta La conquista de Antequera, de Rodrigo de Carvajal y Robles, de 1627. Asimismo, la influencia de Os Lusíadas es notable en los poemas mayores de Góngora, la Fábula de Polifemo y Galatea y las Soledades. La imitación del modelo se produce de forma muy variada e incidiendo en diferentes aspectos de la epopeya camoniana; partiendo de esas diferentes formas, llegamos a una categorización de las modalidades imitativas, que consideramos un instrumento importante a la hora de determinar qué tipo de relaciones se pueden establecer entre los textos y la importancia de determinados temas y tópicos en la literatura de esta época. Así, los poetas imitan de Camões desde aspectos semánticos a aspectos meramente verbales, por lo que consideramos la existencia de varios tipos de imitación (que pueden inter-penetrarse o funcionar paralelamente), como la imitación semántica (que incluye modalidades como la imitación episódica, estrófica, descriptiva, o combinatoria, entre otras), la imitación simbólico-funcional y la imitación léxica. La imitación episódica fue bastante importante en los seguidores de Camões: episodios como los de Inés de Castro, el viejo de Restelo, Adamastor y la Isla de Venus fueron sin duda los más imitados. Se trata de momentos de Os Lusíadas en que Camões, aunque recurre a textos clásicos como modelos puntuales, muestra una gran originalidad, y quizás fue esa diferencia lo que llevara a muchos poetas, épicos o no, a aprovechar dichos episodios: autores como Jerónimo Corte-Real, Alonso de Ercilla, Hipólito Sans, Luis Barahona de Soto, Gabriel Lobo Lasso de la Vega, Juan de la Cueva, Eugenio Martínez, Juan Soares de Alarcón, Gaspar García Oriolano, Lope de Vega, João Mendes de Vasconcelos, Caudivilla y Perpiñán, José de Valdivielso, Luis de Belmonte Bermúdez, Gabriel de Ayrolo Calar, Jacobo Uziel, Manuel de Gallegos y Rodrigo de Carvajal y Robles imitaron algunos episodios camonianos, los personajes y sus discursos, además de expresiones, versos, temas, etc., provenientes de diversos momentos del texto modelo. Góngora, por su lado, aprovecha en sus poemas mayores los episodios camonianos de Adamastor y del viejo de Restelo. Asimismo, el estilo de Camões, lleno de cultismos, en el que el hipérbaton más o menos violento es una constante, así como la metáfora inaudita, que rehúye a menudo las convenciones renacentistas y petrarquistas, parece ser el antecedente inmediato del gongorismo. Algunos versos, algunas expresiones o referencias mitológicas gongorinas provienen de la epopeya camoniana, y Góngora usa además algunos de los cultismos introducidos por Camões. La influencia y la imitación se aúnan para formar una red de relaciones intertextuales entre el texto presente y los textos ausentes que se imitan, que se citan o de los que se recibe algún tipo de influjo. En los siglos XVI y XVII, ese tejido puede llegar a ser extraordinariamente complejo, ya que la capacidad imitadora se valoraba como parte integrante del buen poeta. El texto de Camões Os Lusíadas funcionó como modelo de imitación y también como puente entre la Antigüedad y la época posterior al Renacimiento; fue el épico más señalado de la comunidad interliteraria luso-castellana, siendo mencionado con frecuencia como uno de los grandes. Estos datos también ponen de manifiesto cómo la imitación era fundamental en la época para el que imita y para el imitado: este entraba así en el círculo de los poetas canónicos de su tiempo, y el imitador podía glorificarse siguiendo a su modelo, y, si era posible, superándolo.