Hacia un equilibrio menos vulnerable

Resumen

Al cierre del año 2002, el 80% del patrimonio total de las familias españolas estaba invertido en activos no financieros, básicamente inmobiliarios, y solo el 20% en activos financieros. En 1998, estas proporciones eran del 71% y 29% respectivamente. La negativa evolución de los precios de los activos financieros y el paralelo ascenso de las valoraciones inmobiliarias ha configurado una estructura de patrimonio con una elevada concentración del riesgo en un determinado tipo de activos, los inmobiliarios, que, además, están financiados parcialmente con un endeudamiento sujeto al riesgo de tipo de interés que también induce fragilidad en el balance de las familias. Estas reflexiones y cifras han dado lugar a un debate muy sugerente por su gran impacto social. Aunque el mercado inmobiliario mantiene su pujanza, ya hay factores que apuntan hacia un previsible y progresivo aumento del peso de los activos financieros en la estructura patrimonial de los hogares españoles. Un cambio de tendencia coherente con la situación que se registra en algunas de las principales economías de nuestro entorno.