Caballos para la guerra en el siglo xix español. Entre las requisiciones y las representaciones

  1. GUERRA NÚÑEZ, IGNACIO
Dirigida por:
  1. Pascual Martínez Sopena Director

Universidad de defensa: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 27 de abril de 2021

Tribunal:
  1. Cristina Borreguero Beltrán Presidenta
  2. Juan Antonio Cano García Secretario
  3. Francisco Ruiz Gómez Vocal
Departamento:
  1. Historia Antigua y Medieval

Tipo: Tesis

Resumen

La Guerra de la Independencia, la Guerra Realista y la Primera y Tercera Guerras Carlistas pusieron de manifiesto el deterioro de las castas de caballos españolas y la falta de animales para abastecer al arma de caballería. Fueron muchos los estudios publicados donde se alertaba del mal estado de las dehesas y la abundancia de mulas en detrimento de los caballos, como resultado excesivo del cruce entre yegua y garañón. En esa dirección apuntaban los informes redactados por Pedro Pablo Pomar en 1786. Y así se puede apreciar, asimismo, en las representaciones de mulas, caballos y yeguas realizadas por los artistas del momento. Sin embargo, esta circunstancia apenas se observa en las obras de carácter ecuestre, donde la calidad artística de los animales sobresale a la altura del retratado. Buenos ejemplos de ello son el retrato del duque de Lerma, realizado por Pedro Pablo Rubens en 1603, o los de Felipe III, Felipe IV, Isabel de Borbón, Margarita de Austria y el príncipe Baltasar Carlos, pintados por Velázquez hacia 1635. Sin olvidar, naturalmente, los de Carlos IV y María Luisa, ejecutados por Goya alrededor de 1800, por citar obras conocidas por todos. El modelo de retrato ecuestre se fue trasmitiendo de unos artistas a otros con una semejanza más que evidente, tanto en el dibujo como en el tratamiento pictórico. De este modo, unos y otros revelaban abiertamente sus influencias artísticas. Las requisiciones de caballos llevadas a cabo en el transcurso del siglo XIX no contribuyeron, más bien al contrario, a la recuperación de las castas españolas, por lo que el problema se prolongó hasta principios del siglo XX, cuando se organizaron una serie de expediciones a Oriente para adquirir caballos y yeguas destinados a la Sección de Caballería del Ministerio de la Guerra.