Crear la democracia en las escuelasUn estudio etnográfico sobre poder, comunidad y educación

  1. Belavi, Guillermina
Zuzendaria:
  1. Carlos Giménez Romero Zuzendaria
  2. Francisco Javier Murillo Torrecilla Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 2019(e)ko urria-(a)k 17

Epaimahaia:
  1. María Teresa González González Presidentea
  2. Reyes Hernández-Castilla Idazkaria
  3. Preciosa Teixeira Fernandes Kidea

Mota: Tesia

Laburpena

La relación entre democracia y educación es un tema clave para quienes consideran que la democracia ha de tener un contenido sustancial. Fue así desde los inicios, cuando los atenienses destacaron el vínculo entre la paideia de los ciudadanos y el autogobierno. Siguió siendo así a través del tiempo y hoy se presenta como reflexión en el marco de teorías contemporáneas de la democracia. Las nuevas respuestas están ligadas a la democracia deliberativa, al pluralismo agonista y a la democracia como emancipación. Estas visiones relacionan la educación con el aprendizaje de la deliberación y el consenso, del conflicto político y con la afirmación de la igualdad. Estas respuestas surgen de las teorías de la democracia, pero en su comprensión de la democracia no incluyen los sentidos y significaciones creadas por cada comunidad educativa. Otra visión sobre la democracia ha ganado fuerza en la investigación educativa: la democracia como autonomía. Elaborada por Cornelius Castoriadis, entiende que la democracia es el cuestionamiento y la transformación consciente y reflexiva de las instituciones y las significaciones imaginarias sociales que estructuran nuestro mundo. Desde aquí, la educación se concibe como institución para la socialización de las nuevas generaciones, pero también como paideia democrática, es decir, educación en la reflexividad y la imaginación que permita cuestionarnos y transformarnos (individual y colectivamente) de manera deliberada y consciente. La escuela, por su parte, se concibe como comunidad creativa capaz de cuestionar las significaciones imaginarias dominantes y elegir los valores por los cuales se rige. Esta definición tiene la fortaleza de comprender la democracia como una creación cotidiana y genuina de cada comunidad escolar, que intenta dar vida a los principios de igualdad y libertad desde su propia realidad y su contexto. En este marco, surge el interrogante acerca de la cultura en centros escolares que construyen la democracia como ejercicio cotidiano. El objetivo general que estructura esta tesis es, por lo tanto, comprender cómo se construye y vive una cultura democrática en centros escolares que trabajan para la justicia social. A fin de darle respuesta, se plantean los siguientes objetivos específicos: i) Comprender las significaciones políticas que fundan los comportamientos cotidianos en los centros; ii) Interpretar los principios y valores que ordenan la convivencia en los centros, especialmente en relación con el cuestionamiento y la transformación educativa, y iii) Describir los factores y comportamientos que favorecen la formación política (democrática) del estudiantado. Para cumplir con estos objetivos se realizó un estudio etnográfico en dos centros públicos de enseñanza primaria en la ciudad de Madrid que declaraban formalmente trabajar por un fin definido de manera colectiva. El trabajo de campo se realizó durante los años lectivos 2017-2018 y 2018-2019 y la información se recabó principalmente mediante técnicas de observación participante, entrevistas formales e informales y análisis de documentos. El análisis de la información inició junto con el trabajo de campo y continuó hasta luego de terminadas las estancias y finalizados los informes etnográficos. Se utilizó el software Atlas.ti como herramienta auxiliar y los resultados fueron presentados para su validación. Los resultados indican que la cultura escolar de los centros que trabajan por un bien común definido de manera colectiva se caracteriza por un fuerte sentido de comunidad. Este sentido de comunidad es fomentado por docentes y directivos que se ocupan de que los encuentros entre los miembros de la comunidad sean frecuentes y variados, y de que los valores que primen en la convivencia sea una construcción colectiva a la que todos y todas aporten algo. Esta construcción comunitaria puertas adentro de la institución escolar tiene su correlato en las relaciones estrechas y frecuentes que entablan los centros con otras asociaciones e instituciones del entorno en una construcción colectiva de la educación que realizan. Los resultados también indican que el orden escolar se basa en la estructura de autoridad heredada, pero que esta autoridad no se personaliza en términos individuales, sino que se utiliza para habilitar espacios de participación para la comunidad. De esta manera, los principios educativos y los valores por los que trabaja el centro se definen de manera colectiva. El poder construido a partir del fortalecimiento de la comunidad escolar permite definir y realizar una educación guiada por principios que plantean alternativas a la educación tradicional. De esta manera, el conocimiento no es algo objetivo a ser adquirido sino algo colectivo a ser construido; el docente no es poseedor del conocimiento a transmitir, sino guía y mediador de un grupo de estudiantes que es protagonista de su propio aprendizaje, y la educación no responde a intereses privados, sino que sirve para enaltecer el valor de lo público y lo común. Por último, los resultados muestran que la cultura escolar afirma y enseña la libertad y la igualdad y el sentido de comunidad a través de hábitos y costumbres cotidianas. El planteamiento de las actividades escolares fortalece el vínculo de niños y niñas entre sí y les permite participar en la configuración de las reglas comunes. La autoridad asume diferentes formas según las circunstancias, pero tiende a resaltar una igualdad esencial en las relaciones. A partir de costumbres cotidianas, los centros ejercitan también la imaginación como creación de alternativas posibles, la risa como cuestionamiento de orden fijo y heredado, y la reflexividad como pensamiento crítico sobre uno mismo y su comunidad. A través del ejercicio, ambos centros enseñan también la responsabilidad y la autolimitación como correlato de saberse creadores del orden social en el que viven.