Estética y retórica de la Semana Santa murcianael periodo de la restauración como fundamento de las procesiones contemporáneas
- Fernández Sánchez, José Alberto
- Cristóbal Belda Navarro Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Murcia
Fecha de defensa: 23 de julio de 2014
- Francisco Javier de la Plaza Santiago Presidente
- Manuel Pérez Sánchez Secretario/a
- María del Mar Nicolás Martínez Vocal
- Elías Hernández Albaladejo Vocal
- Jesús Urrea Fernández Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
La Semana Santa de Murcia ha sufrido a lo largo de su historia una serie de transformaciones formales que la han ido configurando. De estos procesos destacan por su singularidad los acaecidos en la época romántica por la profunda huella que imprimieron a los cortejos; comprendiendo desde el tercio final del XIX hasta la conclusión de la "Restauración borbónica" en 1931. En cuanto a la denominación de romántica no resulta cronológicamente coetánea al movimiento cultural europeo conocido como "Romanticismo"; sin embargo, sus componentes ideológicos y formales se encuentran estrechamente ligados a él. La estética, analizada de forma pormenorizada, revela las concomitancias con las inquietudes culturales europeas suponiendo, en definitiva, una buena muestra de una forma de expresión cultural de primera magnitud. El Romanticismo supuso una invitación intelectual a la lectura del pasado de las naciones llevando pareja la resurrección de los estilos artísticos de centurias anteriores. Así, se rescataron mitos y costumbres ancestrales que evocaran el carácter diferenciador de una determinada cultura regional. En el caso de Murcia, la Semana Santa constituyó un acontecimiento propicio para la evocación del pasado, llevando a la exaltación de sus signos más representativos; el ejemplo más significativo sería la rememoración del Barroco de tanta raigambre aquí. Además, las procesiones van a constituir un innegable escenario para la evocación de la estructura social de la época; particularmente significativo es el papel de la burguesía liberal bajo cuyo auspicio se introducen buena parte de las innovaciones. Se conformó, de este modo, un cortejo exaltador de la idiosincrasia local cuyas virtudes estaban especialmente encarnadas en la figura de Salzillo y la magnitud del Barroco como forma de expresión de los cortejos. Más allá de realizar una rememoración de las procesiones del pasado lo que se consiguió fue afianzar un nuevo espectáculo callejero basado en la repetición del tópico y en la perpetuación de los valores barrocos. Fruto de ello, y lejos de una imitación mimética que a buen seguro hubiera resultado menos grandilocuente, se tendió a la exageración y hasta lo superfluo, enriqueciendo las superficies sin medida, como si el Barroco no hubiera sido más que una acumulación de figuras ornamentales. La procesión de los años finales del XIX resultó, así, altamente comprometida con la Historia y los símbolos de la tierra dejando atrás las objetivas y sinceras motivaciones de centurias precedentes. Buena prueba de ello constituye la evolución del paso procesional que lejos de la sencillez del XVIII se transforma en una tramoya itinerante de evidente lenguaje ornamental. No en vano, la Semana Santa en cada uno de los lugares de España comenzó a recoger sus señas de identidad constituyendo espectáculos únicos ajenos a generalidades. Además, entró en juego la creencia de que las procesiones eran, por encima de las de otras poblaciones, un admirable espectáculo artístico. Los medios se pusieron al servicio de una celebración plenamente estética que debía entrar por los sentidos teniendo como cenit argumental la imaginería sagrada y, particularmente, la obra salzillesca. Con este centro gravitatorio los esfuerzos de las cofradías se encaminaron a enriquecer las tallas, incorporándoles ricos vestuarios, esbeltas peanas y acompañándolas de "marchas procesionales". Resultó un panorama complejo en el que dejaron huella los principales campos formales de las artes plásticas. Así, encontró un espacio propicio para el ejercicio de una renovada imaginería, secundada con otros aspectos como la talla dorada de los "tronos", el bordado, la orfebrería e, incluso, aspectos escénicos como la música, el efímero o la presencia de figurantes historicistas. Todo ello es objeto de este trabajo en el que se incluye, además, una observación concienzuda del cambiante contexto histórico-social. Throughout the History of the Murcian Easter, there have been a whole series of formal renovations and transformations, some more significant than others, which have given Easter its shape. The change produced in the 18th century when the character of Salzillo stamped his style on the penitential celebrations and the Romantic period, is especially significant. As well as other relevant changes such us "la burla" and the incorporation of the Baroque attire to butlers. This change in the Romantic period is especially relevant due to the deep trace left in the cortège from the 19th century to the ending of the "Restauración Borbónica". The term "romantic", as it will be proved, is not contemporary to the European cultural movement known as "Romanticism", however its ideological and formal components are closely bound to it. The aesthetics, when analysed, reveal the coexistence with the European cultural interests, which show a good sample of an expressive cultural way of great importance. Romanticism meant an intellectual invitation to read the History and the past of the nations, together with the resurrection of artistic styles from the past. Thus, some ancestral myths and customs were rescued together with all those things which reminded the differential character of a specific regional culture. In the case of Murcia, Easter favoured the evocation of its memorable past, leading to the exaltation of its more representative signs. The most significant example would be the rememoration of the Baroque style, which had a great interest in the capital of Segura. Also, the parade would constitute an irrefutable scene for the evocation of the social structure of the period. The role of the local liberal bourgeoisie is especially significant, and supported the introduction of the majority of the innovations. Thus, a cortège was formed, and this cortège exalted the local idiosyncrasy, whose virtues were especially represented in the figure of Salzillo, and the magnitude of Baroque as the way of expression for the artistic manifestation. However, one of the achievements, apart from recalling the parades from the past, was the settlement of a new spectacle in the streets, which was based on the repetition of the topic and on the perpetuation of the Baroque values. As a consequence, and far from being a mimetic imitation which would have been less grandiloquent, the trend adopted went towards the exaggeration and the superfluous, by enrichening the surfaces as if Baroque was just an accumulation of ornamental figures. Thus, the new parades from the latter years of the 19th century became highly connected with the local History and with the typical symbols, which left the objective and sincere motivations of the previous century behind. Strong evidence of this is the evolution of the processional paso itself, which, far away from the simplicity of the 18th century, evolves to an itinerant piece of machinery with a clear ornamental language. Not in vain, the Easter celebration started to acquire its own identity symbols in each of the different Spanish territories, leading to a unique and unrepeatable spectacle which had no intention of totalitarian unity. Besides, there was the belief that Murcian parades were admirable artistic spectacles above other towns. As a consequence, the media came under the service of this totally aesthetic celebration, which should be appreciated through the senses, and which had the sacred imagery as the zenith of the line of argument. As this was a complex panorama, it is convenient to make a classification in order to present the main formal aspects in which everything was developed: imagery, tronos, costumes, working with precious metals, musical accompaniment, figureheads and the ephemeral.