Calderón entre líneasosadía y heterodoxia a escena con el Teatro Corsario
- 1 ITEM - Universidad Complutense de Madrid
- Bastianes, María (coord.)
- Fernández Rodríguez, Esther (coord.)
- Mascarell, Purificació (coord.)
Éditorial: Edition Reichenberger
ISBN: 978-3-944244-23-5
Année de publication: 2014
Pages: 105-129
Type: Chapitre d'ouvrage
Résumé
Fernando Urdiales, miembro fundacional y director de Teatro Corsario hasta su muerte en 2010, creía que la dramaturgia calderoniana rezumaba más dialéctica que pedagogía, en contra de la opinión de gran parte de la crítica: «Calderón no plasma opiniones personales en sus obras, permite que sus personajes se expresen y deja que el espectador lo reciba y discierna, tiene esa gran habilidad». Esta concepción suya explica, al menos en parte, la absoluta libertad con que el director artístico de Corsario escogió para llevar a escena un auto sacramental, El gran teatro del mundo (1990), un drama prerromántico, Amar después de la muerte (1993), de un par de piezas de su teatro breve para el espectáculo, su obra cumbre, La vida es sueño (1995) y una fiesta mitológica, El mayor hechizo, amor (2000). Recientemente, ya sin su capitán original, Teatro Corsario ha vuelto a las andadas calderonianas con uno de los dramas más intensos y controvertidos del maestro áureo: El médico de su honra, dirigido por uno de los actores corsarios más veteranos, Jesús Peña, el artífice de los espectáculos de marionetas. En este artículo pretendemos escudriñar qué tiene Calderón para ser autor emblemático del Teatro Corsario; cuáles son las lecturas que hace la compañía de las obras de nuestro dramaturgo y cómo se plasman en la estética (y en la poética) de sus montajes. Contamos para ello con el archivo personal de Fernando Urdiales legado por el director de Corsario al Ayuntamiento de Olmedo, en el cual se incluyen todo tipo de documentación gráfica, sus dramaturgias y los cuadernos de dirección.