Dibujar arquitectura. Dibujo, profesión y arquitectura en los años setenta y ochenta en España

  1. Larumbe Machín, Teresa
Zuzendaria:
  1. Mariano González Presencio Zuzendaria
  2. Javier Martínez González Zuzendarikidea

Defentsa unibertsitatea: Universidad de Navarra

Fecha de defensa: 2018(e)ko martxoa-(a)k 23

Epaimahaia:
  1. Juan Miguel Otxotorena Elizegui Presidentea
  2. Marta García Alonso Idazkaria
  3. Carlos Labarta Aizpún Kidea
  4. Clara Olóriz Sanjuán Kidea
  5. Carlos Montes Serrano Kidea

Mota: Tesia

Teseo: 146822 DIALNET

Laburpena

Esta investigación aborda uno de los fenómenos que protagonizó el panorama arquitectónico español durante los años setenta y ochenta: el nuevo florecimiento del dibujo de arquitectura tradicional, realizado de manera artesanal, que emergería en medio de un proceso irreversible de industrialización de la sociedad, como si presintiese su muerte ante la inminente llegada de los nuevos instrumentos de diseño digital. Un último renacimiento del dibujo arquitectónico, cuyas claves se han encontrado en lo que la historiografía ha denominado el Proyecto de Autonomía, que nos llevan a interpretar estos dibujos como el fruto del esfuerzo realizado por sus artífices para recuperar el control sobre la materia de su propio trabajo; afirmar las competencias del arquitecto sobre los procesos de producción arquitectónica y el diseño de ciudad; y volver a dibujar la identidad de una disciplina y una profesión, que la nueva estructura productiva implantada en la segunda mitad del siglo XX, amenazaba con difuminar. El relato de este renacimiento gráfico toma como punto de partida el análisis del desprestigio del dibujo y la transformación del papel del arquitecto dentro de la coyuntura productiva moderna, para detenerse después en el estudio de aquellas reacciones que comenzarían a surgir en el seno de la disciplina finales de los años sesenta, con el objetivo de delimitar esos espacios donde el arquitecto pudiera gozar de la autonomía necesaria para desarrollar su trabajo, y restaurar de este modo el valor artístico y cultural de la arquitectura y la profesión. Unas reacciones que inmediatamente conducirían a nuestros protagonistas hasta el dibujo, que sería redescubierto como la manera propia de pensar la arquitectura y como el dispositivo con que contaba el arquitecto para decidir sobre la forma de la arquitectura y la ciudad. Con la confianza de poder incidir en la realidad construida a través de los atributos propios del dibujo, por tanto, los arquitectos tratarían de restaurar la práctica del dibujo arquitectónico y volcarían sus esfuerzos en la confección de unos dibujos que excederían con creces cualquier intención meramente profesional, para erigirse como unos objetos artísticos en sí mismos. Unos dibujos que, en último término, vendrían a subrayar las continuidades y las contradicciones entre ese trabajo específicamente arquitectónico, desarrollado en el papel, y la estructura económica e industrial que hacía posible la construcción física del proyecto.